Las terrazas de las cafeterías han vuelto a tomar las aceras de las ciudades. Eso sí, con el 50% de las mesas y dos metros de distancia entre cada una. Después de dos meses y medio de estricto confinamiento para combatir el coronavirus, los ciudadanos tienen ganas de acariciar la normalidad y la libertad que supone tomar algo en una terraza. Hasta aquí, todo perfecto. Ahora bien, ¿qué pasa con los fumadores? La comunidad médica advierte: fumar y expulsar el humo del tabaco (o de otros dispositivos) aumenta el número de partículas de saliva que expelemos al respirar (gotitas de Flügge) y, en consecuencia, las posibilidades de contagio del covid-19 aumentan.

El BOE publicó el 3 de mayo las condiciones para la reapertura de las terrazas. Dentro del artículo que se refiere a medidas de higiene -además de los consabidos dos metros entre mesa y mesa y la limitación de aforo- la orden deja clara la necesidad de «eliminar servilleteros, palilleros, aceiteras y otros utensilios similares».

No menciona específicamente ceniceros, aunque muchos también los han retirado de sus mesas. Basta pasearse por varias terrazas para corroborar su ausencia. La empresa cervecera Mahou, de hecho, ha dirigido a los bares una información titulada Cómo reorganizar la terraza para cumplir con las medidas de la fase 1 en la que específicamente se dice: «En las mesas no habrá elementos comunes tales como servilleteros, cartas o ceniceros».

nO ES LA MEJOR OPCIÓN / Hay ceniceros portátiles (como los que los fumadores educados y concienciados usan en las playas), así que es de suponer que cualquier adicto a la nicotina puede sentarse en una terraza y encender su cigarro mientras disfruta del café y echa la ceniza en su cajita o cono de silicona. Sanitariamente, sin embargo, no es la mejor opción para esquivar el virus. Ni para él ni para los demás, incluidos los no fumadores que están a su alrededor.

«Al fumar y exhalar el humo, ya sea tabaco convencional o dispositivos electrónicos, se expulsan diminutas gotitas respiratorias que pueden contener carga viral y ser altamente contagiosas. Además, al fumar es inevitable llevarse la mano a la boca, la nariz o la cara, lo cual facilita la entrada del virus en el aparato respiratorio», explica el doctor Carlos A. Jiménez-Ruiz, neumólogo y presidente de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR).

En plena Semana sin Humo (del 25 al 31 de mayo), la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) advierte de que los fumadores tienen casi dos veces más posibilidades de progresión grave de la enfermedad provocada por el SARS-Cov-2 que los no fumadores. «Fumar incrementa tanto la probabilidad de desarrollar síntomas severos de covid-19 como de ingresar en las ucis, requerir ventilación mecánica y fallecer víctima de dicha enfermedad», explican fuentes de semFYC, que recuerdan que el tabaco mata directa o indirectamente a unas 52.000 personas en España.

Un reciente estudio francés investigó la posibilidad de que la nicotina pudiera tener efectos preventivos en el covid-19. El Ministerio de Sanidad ya advirtió de la ausencia de evidencia científica de tal hipótesis. Los médicos de familia que integran la semFYC insisten en la confusión que provocó el estudio y dejan claro que un informe posterior detectó «importantes sesgos de selección y de observación» ya que, entre otras cosas, excluían a los pacientes que ingresaban en la uci de tal manera que «los más graves quedaron fueran del estudio».