TAt veces, en la prensa extremeña, cuando se habla de los jugadores del Plasencia o el Mérida, los cronistas se refieren a ellos como futbolistas, delanteros, medios volantes o medios centros. Sin embargo, cuando se habla de las jugadoras del Puebla o el Corderex, equipos extremeños de fútbol femenino, no se habla de futbolistas ni de defensas centrales, sino de las niñas. "El domingo por la tarde juega el Badajoz un partido trascendental, mientras que por la mañana podremos ir a ver a las niñas del Puebla", se escucha y se lee. Es decir, los hombres futbolistas son deportistas, mientras que las mujeres deportistas no son más que niñas. ¿Se imaginan ustedes si se dijera en los carruseles deportivos que los niños del Real Madrid habían empatado o que los niños del Cacereño llevan una temporada llena de altibajos?

El sexismo es una lacra muy difícil de extirpar. Todos estamos acostumbrados a esa condescendencia hacia ellas y de manera refleja nos ponemos estupendos y simpáticos al referirnos a las niñas del Arroyo de voleibol o del Armijo-Badajoz de baloncesto. En esto del sexismo reflejo todos somos culpables y un servidor tampoco puede presumir de nada. Recuerdo que cuando llegó la Vuelta a Cáceres, no se me ocurrió mejor idea que escribir un reportaje sobre lo monas y lo reales que eran las chicas que acompañan a la caravana multicolor . En fin, que menos displicencia, menos paternalismo y menos sexismo: si ni Figo ni Pujol son niños, no sé por qué han de ser niñas Hook, del Femenino Cáceres de baloncesto, o Yohana, del Arroyo de voleibol.