El pacto educativo va despacio y los acuerdos son escasos. El ministro de Educación, Angel Gabilondo, hizo ayer este balance en el Congreso de los Diputados, en el que solo destacó, de momento, dos "grandes consensos": que el 4º de ESO se oriente al Bachillerato o la FP, indistintamente, y aumentar la inversión en educación del 4,92% del PIB actual a la media europea de 5,4% en el 2015. Este compromiso requeriría una inyección extra de unos 11.000 millones de euros anuales sobre el presupuesto general de educación de este año, que asciende a 43.780 millones.

El ministro de Educación aseguró que está dispuesto a debatir la enseñanza en lengua castellana como reclama el Partido Popular, pero insistió en que su conocimiento está garantizado en todas las comunidades autónomas y pidió a los grupos parlamentarios que no utilicen las lenguas como un "elemento de confrontación".

"El pacto llegará hasta donde el consenso sea posible", reconoció Gabilondo al final de una larga comparecencia parlamentaria, en la que trató de rebatir los puntos esenciales de desacuerdo. Recordó a la comunidad educativa, los grupos parlamentarios y los agentes sociales que tienen de plazo hasta el 15 de febrero para "enriquecer" el plan con sus aportaciones y elaborar un documento que se presentará a las comunidades autónomas el próximo día 25.

LA ACOGIDA El pacto fue acogido con escepticismo por los representantes de ERC e IU-ICV, Joan Tardà y Gaspar Llamazares, respectivamente. Para el portavoz del PNV, Aitor Esteba, se trata de un texto que todavía está muy "verde", y para Mercè Pigem, de CiU, es un documento "positivo" con el que no comparte algunos puntos. Pigem y Tardà advirtieron de dos líneas rojas que harán imposible su apoyo: el respeto al Estatut y la negativa a transferir las becas.

"El documento no es serio. Con estas propuestas, inconcretas y sin garantías, no se puede alcanzar un pacto", resumió, por su parte, el portavoz popular, Juan Antonio Gómez, su postura tras una larga lista de "peros" al plan del Gobierno.