TYto le recordaba atlético y en forma, pero los años, que no perdonan, al revés que nuestros políticos, me ofrecen una imagen lamentable, la de un señor algo entrado en carnes, con gafas de Pantoja y mirada ausente. Con el beneplácito de nuestra clase política, ha plantado su jaima a la puerta de hoteles lujosos, y se ha paseado impune de Sevilla a Madrid. Mi memoria se pierde, pero creo recordar que hasta hace nada, era considerado un terrorista internacional, o al menos eso era lo que nos vendían. También recuerdo un atentado con muchos muertos, un bombardeo sobre Trípoli en el que murió una de sus hijas, y otros sucesos así, igual de edificantes. Pero la suerte de la revisión histórica también le ha tocado a Gadafi. Qué son unos muertos arriba o abajo, unas bombas de nada, sino obstáculos en la carrera hacia contratos millonarios, hacia negocios increíbles, tipo las mil y una noches, que este personaje va ofreciendo. No hay que ser tan quisquilloso y se debe ofrecer siempre una oportunidad al redimido. Por eso, que plante la jaima donde quiera, que se pasee por nuestro país, que sea recibido por Zapatero, que sea invitado a cenar por Aznar. Lo vomitivo, lo realmente nauseabundo, no es que ahora se haya convertido en un santo por gracia del dinero, sino la basura que vierten algunos periodistas para justificar lo injustificable. Critican que Aznar reciba a un dictador, pero no que lo haga Zapatero, cuando es igual de horrible que lo hagan los dos. Dicen que Zapatero actúa por el bien de todos. Por el mío, no. No he visto excusa más rastrera para ocultar cuántas víctimas inocentes cuesta un contrato.