El primer satélite de la red Galileo, destinado a comprobar los sistemas de la futura flota europea de telenavegación, se insertó con éxito en su órbita a 23.000 kilómetros de altura tras un lanzamiento impecable desde el cosmódromo de Baikonur (Kazajistán). El Giove A , como había sido bautizado el ingenio, partió a bordo de un cohete Soyuz-Fregat a las 6.19 (hora española), se separó del lanzador puntualmente y alcanzó su órbita a las 10.01, según informó la Agencia Europea del Espacio (ESA).

"Ya tenemos el primer satélite en marcha", exclamó el español Javier Benedicto, responsable de Galileo en la ESA. "Esta es la prueba de los proyectos ambiciosos que Europa puede realizar en beneficio de sus ciudadanos y sus empresas", añadió el comisario europeo de Transportes, Jacques Barrot. Si se cumplen las previsiones iniciales, la red Galileo, un programa conjunto de la Unión Europea y la ESA, estará desplegada por completo en el 2010, pero antes, quizá en el 2008, empiece a ofrecer sus primeros servicios.

Giove A y los 29 satélites que le acompañarán en los próximos años han sido concebidos para dotar a Europa de una autonomía al margen de Estados Unidos en los nuevos sistemas de localización satelital, un sector en crecimiento y de amplísimas posibilidades, especialmente en la gestión del tráfico aéreo, marítimo y terrestre. El programa GPS, controlado por el Ejército estadounidense, es el único que actualmente ofrece servicios comerciales.

Reloj de precisión

Giove A y su compañero Giove B , que será lanzado en los próximos meses, se emplearán hasta el 2008 para validar la tecnología de navegación, incluyendo el reloj atómico más preciso jamás lanzado al espacio. Según informaron fuentes de la AEA, la precisión es justamente uno de los atractivos que ofrecerá Galileo frente a GPS, pues el margen de error a la hora de una localización se reducirá de unos pocos metros a unos pocos centímetros. Giove A y B también deberán comprobar el comportamiento de los sistemas en una órbita media, exactamente a 23.258 kilómetros, considerada muy estable pero de la que apenas se conoce el entorno radioeléctrico y las posibles alteraciones. La altura habitual de los satélites ronda los 36.000 kilómetros cuadrados.

Aunque el programa Galileo tiene un coste estimado de 3.300 millones de euros, la Unión Europea y la Agencia Espacial Europea se frotan las manos ante el previsible éxito comercial que tendrá Galileo, con un mercado potencial en los primeros años de vida de 1.800 millones de usuarios, no sólo europeos (de hecho, a diferencia del GPS, tendrá una cobertura mundial). En cualquier caso, Galileo no será un rival de GPS para los potenciales clientes, sino posiblemente un complemento, puesto que un mismo receptor podrá servir para ambos sistemas.