La plaza del Obradoiro no fue suficiente para acoger a quienes, bajo la lluvia y con el lema Nunca más , quisieron protestar por la tragedia del Prestige : 150.000 personas según la policía, 200.000 según la organización, colapsaron ayer Santiago para pedir responsabilidades políticas y medidas definitivas para evitar las mareas negras.

Los accesos a Santiago estuvieron saturados desde las 11 de la mañana, con colas de más de seis kilómetros en varios puntos, según la concesionaria Audasa. La compañía tuvo que abrir los peajes para evitar un colapso en las carreteras. Ya en Santiago, todo el mundo caminaba en la misma dirección: la Alameda, el parque en el que comenzaba la manifestación.

A mediodía era completamente imposible acercarse a la zona, pero se oían las consignas de los manifestantes: "Más pesqueros, menos petroleros" y, sobre todo, "Marea negra, nunca más". Nadie se libró de la crítica, especialmente Aznar y Fraga, a los que se pidió su dimisión. Al presidente del Gobierno le cantaban "Aznar con su bigote que limpie el chapapote " y "Aznar, aprende, Galicia no se vende". Al de la Xunta le decían, entre otras cosas: "Fraga, cacique, Galicia se va a pique" y "Fraga va de cacería mientras muere nuestra ría".

El escritor Manuel Rivas que leyó el comunicado oficial pidió la adopción de medidas que impidan que un suceso así se repita y la "dimisión de las autoridades que, con su ineficacia e irresponsabilidad, no supieron impedir que el accidente tuviese las peores consecuencias". "Lo decimos en el código del mar: dimisión", reiteró el escritor, tras deletrear la palabra con los símbolos que usan los marineros para comunicarse por las radios. "Que no se desprecie más este SOS de un pueblo cansado de aguantar y sufrir", concluyó Rivas.

La plaza del Obradoiro, con capacidad para 25.000 personas, se llenó otras seis veces más, según la policía local. En la manifestación estuvieron presentes Julio Llamazares (IU), Mendiluce (Verdes) y José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE), cuya presencia fue tan discutida que militantes del sindicato CIG y del BNG no tuvieron reparos en lanzarle huevos para mostrar su desacuerdo con la moción de censura que presentaron los socialistas gallegos.

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