TPtara un pequeño burgués de provincias no hay nada más satisfactorio que certificar, en el tránsito del verano al otoño, que todo sigue en su sitio. Es en ese periodo cuando se cumplen los ritos que te resitúan donde siempre: la compra del abono del baloncesto, la renovación del abono de la orquesta... La otra mañana, tras cumplir con uno de esos trámites, me acerqué al museo de Cáceres para ver una exposición de fotos antiguas. Los retratos permitían comparar y congratularse por lo bien que vive hoy en día un pequeño burgués de provincias. Ya puestos, decidí revisitar la colección de pintura moderna del museo por aquello de cultivar la vena ilustrada y vanguardista que todo pequeño burgués de provincias lleva dentro. Y allí estaba un cuadro de Eduardo Arroyo que me atrapó lo suficiente para recordar que el artista leonés opina que en España todo se arregla cuando aparecen las gambas con gabardina.

¿Hay algo más pequeño burgués que las gambas con gabardina? Disputas, contradicciones, resentimientos sociales... Todo se borra en cuanto al final del ágape aparecen los camareros con las bandejas de gambas con gabardina. Los pequeño burgueses españoles somos maestros en el arte de limar asperezas cuadrando metáforas con aperitivos: superamos las crisis no con rupturas, sino con platos de soldaditos de Pavía, cestas de medias noches, boles de ensaladilla rusa y bandejas de brazos de gitano. Después, una exposición, un partido de baloncesto, un concierto y a vivir porque, efectivamente, todo sigue en su sitio.

*Periodista