Juan Ramón Molina García, dueño de una empresa de efectos especiales cuya nave en Vallecas explosionó el 6 de septiembre del 2004, se sienta desde hoy en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial de Madrid por la muerte de dos trabajadores de la nave y las lesiones de otros tres empleados.

Este reconocido empresario, de 58 años, se enfrenta a una petición fiscal de seis años de prisión por dos delitos de homicidio imprudente, tres lesiones y estragos. Molina García, administrador único de Molina Efectos Especiales SL, es uno de los pioneros en el cine español en los efectos especiales.

El acusado obtuvo el Premio Goya a los mejores efectos especiales en 1997 por Airbag, de Juanma Bajo Ulloa, y en el 2002 por la película 800 balas, de Álex de la Iglesia.

La explosión se produjo el 6 de septiembre del 2004 en una nave industrial de puente de Vallecas. En el almacén se guardaba una gran cantidad de elementos pirotécnicos y sustancias explosivas. La deflagración provocó el derrumbe de un muro, que produjo la muerte de los trabajadores Valentín F. B. y de Antonio S. B, y heridas a varias personas.

LICENCIA PARA ARMAS INUTILIZADAS

La nave solo tenía licencia desde 1998 para guardar armas inutilizadas para los efectos especiales de las películas. Además, el acusado disponía en otra nave situada en Getafe de otro arsenal de elementos pirotécnicos de los que carecía de la preceptiva autorización.

En su declaración, el procesado aseguró que desconocía que el almacenamiento de elementos pirotécnicos requería de una autorización y señaló que la adquisición del material se realizó por "los procesos legales". Además, declaró que sabía el material que guardaba en el recinto, pero no la cantidad.

PÓLVORA CLORATITA

En sede policial, el empresario aseguró que solo guardaba seis kilos de explosivos y 3.000 balas, mientras que la Policía sostenía que estallaron 400 kilos de pólvora cloratita.

En el juicio, que se prolongará durante esta semana, aseguró que como mucho almacenaba entre 6 o 8 kilos de pólvora. "Nunca he comprado explosivos porque no los utilizo en mi trabajo", aseveró el procesado a preguntas del fiscal. Según su versión, en la nave solo tenía seis kilos de pólvora negra sin prensar, cerillas, tracas, cohetes y 3.000 balas del calibre de nueve milímetros.