La vida de Robin comenzó el pasado 9 de enero y acabó, por el momento, una semana más tarde. Fue una existencia tan breve como intensa. A Robin, el ciberasesor parido por el Ministerio de Sanidad y Microsoft para que orientara a los jóvenes en materia de sexo y drogas, le preguntaron cuáles eran los métodos para saber si se estaba embarazada, si era bueno masturbarse o si el coito dolía cuando se llevaba a cabo por vez primera, y Robin, que podía insertarse como un contacto más en el Windows Messenger, casi siempre contestaba de forma errónea. Bastaron siete días para demostrar que el robot era uno de esos voluntariosos personajes cuyas buenas intenciones solo son comparables a su pertinaz incompetencia. El departamento que dirige Bernat Soria retiró entonces, a mediados de enero, al consejero por internet, decisión que no ha trascendido hasta ahora.

Ahora, un humano

¿Dónde está Robin? Y, sobre todo, ¿qué pasa con él? La primera pregunta es sencilla: el ciberasesor aún puede tenerse como amigo en el Messenger, pero ya no despeja dudas a esos menores de entre 12 y 17 años para los que había nacido. Ahora solo dice que está actualizándose y proporciona un correo para que un trabajador de Sanidad --un humano, no un robot-- resuelva la incógnita sexual del interesado.

La segunda cuestión es bastante más problemática, pues los padres de Robin, el ministerio y Microsoft ofrecen versiones distintas. El primero asegura que el gatillazo informático solo es imputable a los fallos del software diseñado por el gigante tecnológico; el segundo, aunque reconoce con matices sus errores, contesta que Sanidad también se equivocó a la hora de ofrecer las respuestas que Robin debía dar.

"Rápidamente supimos que tenía muchos errores", explican fuentes del departamento. "Eran fallos informáticos, que nada tenían que ver con el contenido que nosotros habíamos proporcionado. Las respuestas, en sí mismas, eran buenas, lo que ocurría es que el robot no entendía las preguntas o entraba en un bucle. El software no respondía a las expectativas", continúan, lo cual, por otra parte, no contesta a la pregunta de por qué Sanidad no hizo las pruebas pertinentes antes de que Soria presentara a Robin por todo lo alto el 9 de enero. "Microsoft nos dijo que había hecho un pilotaje con 1.000 usuarios --se defienden--. Y Microsoft no es una tienda de informática de la esquina".

Dos días después de su estreno, este diario interrogó a Robin. Aquí, algunas de las respuestas: "¿Cómo sé si estoy embarazada?". Robin: "Veo que no te puedo ayudar". "¿Me dolerá la primera vez?". Robin: "Si quieres más información de la píldora poscoito, lo siento".

La profundidad

"Es verdad que el programa tenía fallos, pero los arreglamos dos semanas después de que se retirara el robot --señala Eduardo Sagües, responsable de Márketing de Microsoft--. Las contestaciones de Robin, dadas por el ministerio, tampoco eran completas. Les faltaba profundidad". Sanidad, sin embargo, contesta que las respuestas eran impecables y que los errores informáticos aún están lejos de ser resueltos. Aún así, el departamento, que publicó una nota de prensa que comenzaba con un "ha nacido Robin" cuando el robot salió a la calle, afirma que volverá a reunirse con Microsoft para que la herramienta funcione de nuevo. Robin, por tanto, no ha muerto. Solo hiberna.