El río Gévora está situado en el noroeste de la provincia de Badajoz. Nace en el Parque Natural de la Serra de Sao Mamede, en Portugal, para entrar en Extremadura por La Rabaza, en La Codosera, y atravesar este término municipal y el de Alburquerque.

Después regresa al Alentejo y asoma de nuevo a nuestro país para desembocar en el Guadiana, a su paso por Badajoz. El río Gévora va adquiriendo entidad a medida que recibe las aportaciones de sus afluentes Jola, Guarranque y Zapatón, por la margen izquierda; y Gevorete, Codosero y Abrilongo por la derecha.

El Gévora y sus afluentes nacen como torrentes en el corazón montañoso de Sao Mamede y San Pedro, formando pequeños y profundos valles de gran belleza, que poco a poco se abren en los tramos medios y bajos, serpenteando ya por superficies más llanas y de forma suave hasta la desembocadura. Su red hidrológica es de las más complejas y dinámicas de la cuenca del Guadiana.

El río conserva una naturaleza extraordinariamente rica, siendo uno de los de ecosistemas fluviales mejor conservados de toda la península y uno de los últimos reductos para la supervivencia de especies amenazadas, además de uno de los ríos de mayor riqueza biológica de España y Europa.

Es de destacar la impresionante aliseda que forma un bosque galería en gran parte de su recorrido, así como la presencia de especies endémicas y/o escasas como el sauce cabruno, el jarabugo (en peligro de extinción), trucha arco-iris (introducida para fines deportivos, siendo el único río truchero de la provincia de Badajoz), el lagarto verdinegro, galápago europeo o la nutria, entre otras, que lo convierten en un lugar de alto valor para la conservación de la biodiversidad.

Declarado Lugar de Importancia Comunitaria (LIC), junto a sus principales tributarios, está prevista su incorporación a la Red Europea de espacios naturales protegidos en el 2004.

Hasta la construcción de la presa de Alqueva sobre el río Guadiana en Portugal, el Gévora mantenía conexión directa con el Océano Atlántico, lo que permitía la presencia de especies piscícolas migratorias, como la anguila o la lamprea marina, abocadas en la actualidad a la extinción, ante la imposibilidad de cerrar su ciclo biológico.

El Gévora y sus afluentes están sometidos a profundas variaciones hídricas durante el año, debido a las características climáticas, al relieve, a factores bióticos como la vegetación y a distintas intervenciones humanas. De este modo, los ríos y arroyos de la cuenca presentan su máximo caudal en febrero-marzo y también en otoño, y mínimo o nulo en la sequía del verano. Esto ha configurado el extraordinario plantel de seres vivos que habitan el Gévora, los cuales han adaptado sus ciclos biológicos a esas condiciones naturales extremas.

El valle del Gévora también cuenta con valores culturales como numerosos molinos fluviales, la extensa red de acequias o los restos de varios puentes romanos. La agricultura tradicional, asentada en sus fértiles vegas, le imprimen carácter y son parte fundamental de su historia. Hoy siguen siendo muchas las personas que dependen de este río y sus afluentes a través de la agricultura o el abastecimiento de agua potable a varios pueblos y ciudades, entre ellas Badajoz.

Además, el uso recreativo del río para actividades como la pesca, el baño, el campismo y senderismo están en auge.

PROBLEMATICA AMBIENTAL

La cuenca del Gévora padece problemas derivados, en gran medida, de la creciente mezcla de intereses que se dan a su alrededor y de la poca voluntad por buscar soluciones según un desarrollo sostenible de la zona.

Algunos ejemplos de ello son el vertido de aguas residuales sin depurar; extracción abusiva de agua para el riego, sin practicar el ahorro que permita un aprovechamiento óptimo del recurso; quema de las márgenes con la eliminación de la vegetación riparia; contaminación de agua por pesticidas y fertilizantes; suciedad de las márgenes debido al uso recreativo del río por personas sin la suficiente educación; pesca con artes ilegales, etc. Por otro lado, a la cuenca la amenaza un innecesario plan de regulación a través de varias presas, dentro de las obras previstas en el Plan Hidrológico Nacional que, de llevarse a cabo, serían el principio del fin de este ecosistema fluvial único.