Decenas de miembros de la comunidad gitana de Perpiñán se han instalado en los últimos días en la localidad catalana de Figueras, refugiándose en casas de familiares y amigos para huir de las posibles represalias del colectivo magrebí. Desde hace unas semanas se ha desencadenado una escalada de tensión entre ambos grupos, que se ha saldado con la muerte de dos personas y numerosos destrozos en los comercios de la capital norcatalana. Las autoridades municipales de Figueres insistieron ayer en que la llegada de este grupo está bajo control.

Este alojamiento en el barrio del Bon Pastor será provisional, según advierten los propios gitanos. La mayoría de los que han viajado son mujeres y niños. Quieren evitar que estos grupos más débiles sean el objetivo de posibles ataques de los árabes. Desde que se produjo el segundo crimen en Perpiny , el domingo de la semana pasada, la comunidad gitana se recluyó en su sector del barrio de Sant Jaume. Los magrebís atribuyen ambos asesinatos a los gitanos, por lo que los patriarcas temían que se tomasen la justicia por su mano.

El concejal de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento de Figueras, Pere Casellas (PSC), señaló ayer que la situación en este sector "es tranquila". "Hasta ahora ha llegado una decena de coches con matrícula francesa cuando lo habitual es que haya cinco o seis. No obstante no hay razones para pensar que pueda surgir algún problema", opinó el edil. El alcalde de la ciudad, Joan Armangué, hizo ayer un llamamiento a la calma: "Estamos en contacto con las fuerzas de seguridad para vigilar el barrio pero de momento no hay motivos de alarma", afirmó.