La respuesta inicial de Spanair al accidente originó el miércoles pasado por la tarde una airada reacción del Gobierno, que amenazó a la compañía con represalias si no se integraba inmediatamente en el comité de crisis creado en el aeropuerto de Barajas. El avión de la filial de la aerolínea sueca SAS se estrelló a las 14.45 y solo cuatro horas después estaba formado un primer gabinete encabezado por la ministra de Fomento, Magdalena Alvarez, y el titular de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, pero de la compañía solo había comparecido un responsable de tercer nivel que trabaja en la terminal pero que no disponía de ninguna información relevante sobre el accidente.

El propósito inicial del Ejecutivo era comparecer sobre las seis de la tarde ante los medios de comunicación para empezar a suministrar información a las familias conjuntamente con la empresa, pero hacia esa hora le llegó la noticia de que Spanair había convocado una rueda de prensa por su cuenta, donde seguía sin dar ni un dato del pasaje ni ninguna hipótesis posible sobre las causas del siniestro. Rubalcaba llegó a comentar en la reunión que si no comparecían podía enviar a la Guardia Civil. El director general de Spanair, Marcus Hedblom, no llegó hasta poco antes de las nueve. Seis horas después del siniestro.