Los argentinos no supimos combatir la pandemia de la gripe A con un único criterio", lamentó ayer el ministro de Salud, Juan Manzur.

Muchos argentinos acatan a rajatabla las recomendaciones de quedarse en sus casas para evitar los contactos mientras otros subestiman las circunstancias. Miles de personas aprovecharon el fin de semana para ir a la costa. No faltan los que recurren a la automedicación. Ese es otro de los rasgos "originales" de la epidemia en Argentina: la proliferación de discursos que se contradicen entre sí.

El médico epidemiólogo Emilio Santabaya, que dirigió el Instituto Malbrán, criticó que Argentina enfrente la epidemia sin una conducción vertical. "En México tuvieron la humildad de aceptar que no podían manejar solos la situación. Por eso pidieron ayuda a la Organización Mundial de la Salud y a Canadá. Lo extraño es que en el famoso comité de crisis no hay médicos especialistas en problemas respiratorios", explicó a La Nación .

CUADROS COMPLICADOS El neumólogo mexicano José Luis Sandoval Gutiérrez atendió en su país al primer paciente con síntomas de la nueva gripe. Ahora se encuentra en Buenos Aires como asesor de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

Hay muchas cosas parecidas entre lo que ha ocurrido en México y lo que sucede en Argentina. Lo que a su criterio marca la diferencia es "una presentación atípica de cuadros complicados en pacientes jóvenes". El virus tiene una alta transmisibilidad entre las personas de entre 20 y 45 años. El 40% de los muertos eran completamente sanos.

La enfermedad ha alterado los ritmos de la vida cotidiana en la capital argentina. "Con la gripe A es posible que alguien frágil recurra al médico a menudo y exagere en el lavado de manos. Y quizá esas conductas hipocondriacas queden instaladas", aseguró el psiquiatra Roberto Sivak, director del Instituto de Estrés y Trauma de Buenos Aires.

"Queremos felicitar al ciudadano que se ha lavado las manos con jabón, ya que es tan válido como el alcohol en gel", dijo el jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, el magnate Mauricio Macri. Lo cierto es que el alcohol en gel no solo falta en las farmacias, sino que se ha creado una red de mercado negro.