El Gobierno español intentó a toda costa en sus negociaciones con la Agencia Espacial Europea (ESA) que el viaje de Pedro Duque se realizara el 28 de abril, en víspera de las elecciones locales y autonómicas, y cuando el Ejecutivo atravesaba por uno de sus peores momentos tras el apoyo a EEUU en la invasión de Irak. Sin embargo, el accidente del transbordador Columbia de la NASA, el pasado 1 de febrero, trastocó el plan y obligó al Gobierno a aceptar que el vuelo se pospusiera a octubre.

Suspender la misión, según conocedores de la negociación entre el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI) y la ESA, hubiera significado una frustración para los científicos y las empresas que ya tenían listos los experimentos. También para el propio Duque, que llevaba entrenándose para el viaje desde septiembre del 2002. Además, habría causado extrañeza y levantado sospechas en la opinión pública.

APOYO CONDICIONADO

El vuelo-taxi de Duque, bautizado como Misión Cervantes, fue objeto de una negociación larga y dificultosa, cuando Josep Piqué era ministro de Ciencia y Tecnología, que culminó en otoño del 2002 con un acuerdo entre el CDTI y la ESA. En él se establecía que España abonaría 13 millones de euros (2.163 millones de pesetas). En cualquier caso, el CDTI insistió en carta del 25 de septiembre del 2002, en que el apoyo al vuelo por parte del Gobierno español estaba condicionado a que éste fuera en la primavera del 2003.

"No sé si la fecha fue elegida por razones electorales. En cualquier caso debió hacerse con tiempo una convocatoria pública de investigadores para sacarle un mayor rendimiento a la misión", critica Jaime Lissavetzky, portavoz de ciencia del PSOE. El diputado recuerda que el pasado 18 de diciembre, cuando ya se había firmado el acuerdo, no logró que el Gobierno facilitase cifra alguna sobre el coste del viaje.