Bochorno público y pérdida del carnet conducir serán los nuevos castigos para quienes busquen los servicios de prostitutas callejeras en el Reino Unido. Tony Blair prosigue su campaña para imponer la ley y el orden en las ciudades británicas y tras las recientes sanciones contra el gamberrismo, los vecinos ruidosos y los padres irresponsables, ayer le llegó el turno a la prostitución. Fiona Mactaggart, la secretaria de Estado de Interior, presentó un plan que autoriza los miniburdeles, mantiene la prohibición de la prostitución en las calles y carga la mano contra los clientes que frecuenten sexo de pago en las aceras.

Los reincidentes que desde el coche busquen compañía sexual pueden ver su carnet de conducir confiscado y su nombre publicado en los diarios locales. Quienes soliciten ayuda para vencer las tentaciones eróticas tendrán la posibilidad de inscribirse en un cursillo de reeducación, que pagarán de su bolsillo.

"Creo que esos castigos hacen las calles más peligrosas para las mujeres", declaró Carrie Mitchell, del Colectivo Inglés de Prostitutas, que reclama la despenalización total. "Los clientes se ponen nerviosos si saben que pueden ser detenidos y hay menos tiempo para echarles un vistazo antes de meterse con ellos en el coche, y eso es algo primordial", señaló Mitchell.

LAS RAZONES DEL PLAN La seguridad es precisamente la razón esgrimida por el Gobierno para autorizar a un máximo de tres mujeres el trabajar juntas en una vivienda particular. Hasta ahora la ley sólo permitía ejercer en solitario la prostitución en un piso, considerando ilegal la presencia de dos o más compañeras en el mismo domicilio.

Los miniburdeles servirán, según las autoridades, para proteger mejor a las chicas y sacarlas de la calle. "En ningún momento queremos alentar el comercio del cuerpo femenino", declaró Mactaggart. "Sin embargo, es evidente que las mujeres cuando trabajan solas corren más peligro".

Los tribunales tendrán autoridad para imponer a las prostitutas drogadictas tratamientos obligatorios, a fin de terminar con su adicción. El coste de la heroína, el crack o la cocaína es uno de los principales motivos por los que algunas enganchadas a estas drogas se prostituyen. Las que quieran cambiar de trabajo contarán con ayudas para la vivienda y seguridad social.

Unas 80.000 mujeres se dedican en el Reino Unido a la venta de servicios sexuales, y la mitad son menores de 25 años. La nueva normativa castiga con mayor dureza a proxenetas y a quienes traten de reclutar a menores.