¡Qué corrida más buena echó ayer Luis Terrón! En la nueva y hermosa plaza de Don Benito, se juntó todo para que se viviera una gran tarde de toros y de toreo a caballo. Pero vayamos por partes.

Hubo pleno ganadero, lo que quiere decir que embistieron los seis toros, y lo hicieron con una calidad tremenda. La corrida estuvo en tipo, muy bien presentada y con más cuajo los tres últimos toros. Eran todos astiblancos, lo que en el encaste Murube no suele fallar; eran toros galopones, con esa embestida inconfundible por rítmica y enclasada, que tiene que ver con lo largo de espinazo que son los animales de este encaste; ninguno se fue a tablas y todos propiciaron que el espectáculo resultara magnífico. Fue un lujo ganadero, un festín.

Y a la corrida respondieron los tres rejoneadores con auténtico toreo a caballo. Hoy ya, el rejoneo, no es pasar y clavar: es torear. Es preparar al toro colocándolo en el terreno más propicio; es clavar, sí, pero es después templar la embestida en los remates, con el toro cosido a la grupa, a dos pistas o no, pero consintiéndolo.

Fermín Bohórquez estuvo soberbio con el astado que abrió el festejo, y a su elegante galope correspondió con una faena no menos elegante. Su concepto del toreo es clásico y sobrio a la vez. Pero las ventajas eran para el toro, cuando se gustaba en las preparaciones, con pasadas que eran auténticos muletazos. No prodiga el quiebro pero sus leves cuarteos son de mucho sabor. Sobre Brasil primero y después montando a Ruiseñor , cuajó a ese buen toro, aunque después no estuvo acertado con el rejón de muerte.

Sin alcanzar ese gran nivel, también estuvo bien ante el cuarto. Con las mismas premisas de clavar en los medios tras dejarse ver e ir despacio al toro de Terrón . Fue ese un burel que comenzó distraído pero después fue a más. Ahora sí mató bien y, como el público conservaba un gran sabor de boca de la faena no premiada, paseó dos orejas.

La labor de De Mendoza al segundo fue de menos a más. Sacó primero a Manolete en el segundo tercio y el caballo se le abrió en exceso, por lo que no encontró toro en dos ocasiones en el primer par. Después fue a más su labor cuando montó a Icaro , un bayo de gran valentía y expresividad. Pisando un terreno complicado por cercano metió al público en su faena y fue premiado con dos apéndices.

Ante el quinto se superó cuando montó al gran Chenel , con unas preparaciones cerca de las tablas y el recorte por los adentros. Montó después a Dalí para clavar con ajuste y verdad en la que fue otra soberbia faena, premiada con dos nuevas orejas.

Diego Ventura tiene muchas bajas en su cuadra, por lo que tiene mérito cómo está manteniendo el tipo y la competencia con el navarro. A veces busca el aplauso fácil pero cuando torea lo hace de verdad. Ante su primero sacó para el segundo tercio primero a Pegaso , que es un potro muy joven, con el que clavó un segundo par de mucho aguante. Siguió sobre Morante , el equino de las dentelladas, para concluir sobre el albino Remate con las cortas. Mal con el rejón de muerte, tras un bajonazo infame cortó una oreja.

La traca llegaría en el sexto, un gran toro. Las preparaciones sobre Nazarí resultaron increíbles por el temple del que hizo gala cabalgando a dos pistas. Quebraba y siempre clavaba en los medios con ajuste. Otra vez Remate puso en ebullición los tendidos y llegaron los máximos trofeos.

La gente salió de la plaza con la sonrisa en los labios. ¡Qué gran tarde toros y de caballos se había visto!