El contrabando de tabaco desde Andorra sigue siendo el talón de Aquiles de la aduana de la Farga de Moles, en Lleida. Esta actividad ilegal, muy arraigada en la zona, se disparó con el inicio de la crisis y desde entonces se mantiene con altibajos en cotas elevadas. Los datos de la Guardia Civil sitúan el inicio del auge en el 2008, cuando se confiscaron 130.000 cajetillas, el doble que en el 2007. En el 2009 ya fueron 311.930, que se elevaron a 491.842 en el 2012 y a 933.658 en el 2014. Durante el 2015 las incautaciones descendieron el 72%, lo que quizá se explique en parte con la detención este año de un agente de la Benemérita que habría dejado pasar tabaco por valor de dos millones de euros, según fuentes de la misma Guardia Civil. En el primer semestre del 2016 ya se han confiscado 150.000 cajetillas.

En la montaña se realizan las incautaciones más cuantiosas. Allí lascaravanas de vehículos son pilotadas con seguridad a través de las pistas forestales. Y los farderos a pie son un clásico que sigue vigente. Para ello, se ha detectado incluso la utilización de menores de edad.

Si en sus inicios fue únicamente por subsistencia de las familias, ahora el contrabando de tabaco supone una actividad tremendamente lucrativa. Así lo afirma el jefe del Área de Investigación Criminal del Pirineo de los Mossos d'Esquadra, Cèsar Jou. Aunque el precio de venta al público del paquete de tabaco de una primera marca en Andorra es de unos 2,5 euros, los contrabandistas pueden conseguirlo a 1'5. Mientras, en España cuesta 4,85 euros, en Francia 7 y en Inglaterra 10. Aunque el paquete de contrabando se venda a un precio más bajo que el oficial, el margen de beneficio es grande.

Para los policías que luchan contra este fraude en el Pirineo no es un trabajo fácil, ya que la sociedad en general ve el contrabando de tabaco como un delito blando. En palabras de Jou, "aquí no se ve como un delito sino como una oportunidad". Esta percepción, no obstante, cambia cuando se trata de contrabando a gran escala efectuado por bandas organizadas.

1.000 EUROS AL MES

Un contrabandista de la zona de toda la vida, por ejemplo, no se considera un delincuente. Ni siquiera un contrabandista. Explica que hace dos años que ya no "va a por tabaco" y que para él era una manera de buscarse la vida, "siempre a muy pequeña escala", con la que se sacaba unos 1.000 euros al mes. Para ello utilizaba tres vehículos de la familia y a "varias" personas que le ayudaban. "Yo les daba un tanto por cada viaje -cuenta-. Bajábamos varios cartones casi todos los días. Teníamos que estar muy pendientes de las mejores horas: cambios de turnos, cuando bajaban muchos esquiadores...". "Como yo lo hacía, muchos otros lo siguen haciendo", concluye.

En ocasiones se pone en riesgo la seguridad de los ciudadanos y de la policía con vehículos que circulan a altas velocidades. Este mismo año hubo una persecución por carretera durante 90 kilómetros después de que una caravana cargada de tabaco fuera descubierta.

En una de las rutas de montaña empleadas por los contrabandistas, la agente de la Guardia Civil Isabel Campos explica la metodología utilizada en la montaña. "Los coches van en caravana y están en contacto permanente unos con otros, así como con los chivatos distribuidos por el camino. Los chivatos tienen un papel fundamental y avisan de dónde están los controles" relata. "A los chivatos ya los conocemos, aunque solo los podemos identificar porque no están haciendo nada y ponen excusas como que están buscando setas o de paseo", prosigue Campos. Es habitual la utilización de "vehículos lanzadera" encargados de despistar a la policía. "Estos coches no llevan nada y buscan llamar nuestra atención para que el que carga el tabaco tenga vía libre".