"Sí. Tenemos problemas para encontrar trabajadores, sobre todo en la construcción. Los profesionales rumanos de ese sector están todos en España y en Italia". Andra, responsable de una empresa rumana de contratación con sede en Bucarest, reconoce al otro lado del teléfono que el país se ha quedado sin profesionales en sectores como "la construcción, el textil o la agricultura".

Las dificultades de su empresa de contratación constituyen un ejemplo de la situación paradójica que se vive en Rumanía, un país que desde el 2000 ha sufrido un gran éxodo de población hacia Europa occidental. Un flujo de salida que no se detiene, ya que entre los jóvenes hay una imagen preconcebida de su propio país. "Muchos chicos de zonas rurales emigran a otros países sin ni siquiera plantearse que en Bucarest se puede ganar un salario más o menos digno", dice Andra, que prefiere no dar su apellido ni el de su compañía.

La salida de población ha coincidido con unos años en que Rumanía, especialmente tras su entrada en la UE, ha experimentado un notable crecimiento económico. Pero ahora, para mantenerlo vivo, se precisa de mano de obra.

Eugen Gheorghita, profesor universitario en la Universidad Spiru Haret, sitúa alrededor del año 2000 "el inicio del éxodo de trabajadores". "Cada año se ha ido yendo más y más gente y al final el país se ha quedado sin fuerza de trabajo", explica. De hecho, ese éxodo ha llevado, según los cálculos, a una cifra de entre dos y tres millones de rumanos a dejar el país. De seguir así, Rumanía, que padece un problema de envejecimiento de la población, puede ver como sus 21,6 millones de habitantes se reducen en un 11% en el 2030 y se quedan en menos de 19 millones.

Gheorghita señala que esa huída de profesionales se ha producido "en un momento en que el sector inmobiliario creció mucho, sobre todo gracias a la inversión de dinero negro" y la llegada de fondos europeos para la construcción de infraestructuras. Además, Rumanía se ha beneficiado de los 4.000 millones de euros que casa año mandan los inmigrantes a sus familias.

Una excepción

Este país no ha sido una excepción a la ley según la cual el mercado va a buscar lo que necesita allá donde puede. Así, en lo últimos dos años, este país emisor de emigración se ha convertido a su vez en receptor de inmigrantes, que han venido a llenar el vacío dejado por los rumanos que se han marchado. "Ahora en Rumanía trabajan chinos, vietnamitas, coreanos, ucranianos..." enumera. De hecho, muchos inversores extranjeros que invierten en Rumanía atraídos por los bajos salarios emplean a obreros chinos en las empresas que se crean en ese país.

El profesor Gheorghita duda de que la operación retorno puesta en marcha por el Gobierno rumano tenga éxito. "No creo que alguien bien instalado en España vaya a volver ya que aquí, aunque los salarios han subido, siguen siendo más bajos", señala.

Pese a todo, entre los rumanos residentes en España, el deseo de regresar es fuerte. Quorum, una asociación de mediadores rumanos de Barcelona, lo ha constatado al organizar clases de lengua y cultura rumana para hijos de inmigrantes. "El éxito superó todas las expectativas. En Castelldefels esperábamos 25 alumnos y tuvimos 75", cuenta su presidenta, Diana Dinu. El éxito se explica por la necesidad de las familias "de tener a los hijos preparados para integrarse en la escuela rumana si tienen la oportunidad de volver" .