Lo que pasa con la red telefónica española en la primera hora del año es similar a lo que pasaría si un 15 de agosto buena parte de los conductores de Madrid o Barcelona se pusieran de acuerdo para salir de vacaciones en idéntico momento. Con las uvas en el estómago, millones de dedos pulsan las teclas de sus móviles y envían mensajes de felicitación a diestro y siniestro, en un alud comunicativo demasiado intenso, demasiado concentrado, demasiado grande para las antenas. Y la red se satura. Una "parte importante" de los 25 millones de SMS que se envíen solo durante los 60 minutos inaugurales del 2010 no llegarán a su destino, según la operadora Lleida.net. O lo harán tarde, con un encabezado que dirá algo como: "Su operador le informa de que este mensaje fue enviado a las 0.00 horas del día 1. Por sobrecarga no ha sido posible enviarlo hasta ahora".

Ocurre cada año. El 1 de enero del 2009, por ejemplo, el fenómeno provocó demoras de hasta ocho horas en la recepción de los mensajes. Esta vez, más o menos lo mismo. "A pesar de que los operadores establecen para estas fechas planes especiales de refuerzo de la capacidad de sus redes, la demanda de comunicaciones hace que todos los años entre las 0.00 y las 2.00 horas del 1 de enero las redes telefónicas se saturen, por lo que es primordial que los ciudadanos escalonen sus llamadas", recomendaba el pasado miércoles el Ministerio de Industria. Se trata de una sugerencia no atendida: entre el vino, el cava, la cena, los besos y las campanadas muy pocos se detienen a pensar en el condensado maltrato al que la sociedad somete a las antenas telefónicas en esos instantes.

Pobres antenas. Ni siquiera una coyuntura como la actual contribuye a rebajar el grado de exigencia sobre la red cuando el año solo tiene minutos. Se envían más mensajes de felicitación con crisis que sin ella: si en el 2008 se mandaron 37,15 millones de SMS durante las horas punta de Nochebuena y Nochevieja, esta vez la cifra asciende a más de 40 millones. Los mensajes son baratos.

MAS QUE LLAMADAS Hace unos días, la firma Yoigo preguntó a mil personas y aseguró que el 47% de los españoles pensaban utilizar los SMS para felicitar las fiestas. Quienes optaban por la llamada telefónica suponían el 34%. Resulta curioso que, en uno de cada cinco de estos mensajes, concluía la empresa, se menciona la palabra crisis. Ocurrentes, ñoños o hirientes, ya hay muchos modelos de esta variante de SMS, con frases como "con la crisis solo puedo felicitar a uno de mis amigos. Y te escogí a ti. Pensé que por feo y antipático nadie más se acordaría".

O tal vez gusta más este otro: "Con la crisis se busca un solo rey mago: tienes que ser negro de piel, tener el pelo blanco y el bigote y la barba pelirrojos. Si lo conoces, avísanos". O "un día invertí en amigos y ahora paso de crisis. Hoy abro la caja y veo que formas parte de mi inmensa fortuna. ¡Feliz Navidad!". El mismo estudio concluía también que para el 80% de los hombres y el 92% de las mujeres no invitar a su familia política en estas fechas "sería un placer".