En España, una de cada cinco parejas tiene dificultades para concebir. De ellas, solo un 56% busca ayuda médica para tener un hijo, según los datos de la Sociedad española de Fertilidad y el Ministerio de Sanidad. El 8% de los bebés que nacen son fruto de la reproducción asistida, explica el director del Centro de Infertilidad y Reproducción Humana (CIRH) de la clínica Corachán de Barcelona, Mario Lorenzo Brassesco. Sin embargo, la infertilidad y los problemas para concebir son el gran silencio de la maternidad. Las mujeres se sienten -injustamente- responsables y culpables.

Un puñado de autoras -Esther Vivas, Nuria Labari y Laura Freixas, entre otras- han empezado a derribar los tópicos sobre la infertilidad en novelas y ensayos en los que hablan de lo duro, estresante y frustrante que es querer tener un hijo y no poder. Lo hacen enarbolando la bandera del feminismo y exigiendo al Estado que no mire para otro lado porque la infertilidad es, aseguran, un asunto político. Su caso no es único. La actriz catalana Laia Costa protagoniza 'Only You', que se acaba de estrenar en el Reino Unido y que está incluida en la programación del festival Atlàntida, organizado por la plataforma Filmin. La película -absorbente, emocionante y con un final nada convencional- lleva la firma de la cineasta británica Harry Wootliff, que a la hora de escribir el guion introdujo detalles de su experiencia personal sobre la sensación de fracaso y dolor que implica para una pareja desear tener un bebé y no concebirlo. La infertilidad es un asunto tabú. Espero que mi filme ayude a derribarlo de la mano de la empatía, explica la realizadora a este diario.

La OMS define la infertilidad como una enfermedad, aunque Diana Guerra, doctora en Psicología y responsable de la unidad de Psicología de la clínica IVI en Barcelona, prefiere el término trastorno. Tanto Guerra como el doctor Brassesco aplauden el hecho de que la literatura y el cine estén rompiendo el silencio sobre la infertilidad y añaden que el tabú se derribará del todo gracias, precisamente, al relato de los que la sufren. Las personas infértiles no suelen asociarse, no se consideran infértiles en realidad. No se suelen comunicar y si lo hacen, es en foros privados, describe Guerra, que pide al ministerio de Sanidad campañas informativas para explicar que ser madre no es fácil, especialmente a partir de una edad. También reclama que los ginecólogos hablen del tema en sus consultas con las pacientes jóvenes cuando estas acudan, por ejemplo, a las revisiones rutinarias.

CULPABLES Y ESTIGMATIZADAS

La infertilidad -explica Esther Vivas, autora de 'Mamá desobediente, una mirada feminista a la maternidad' (Capitán Swing)- es uno de los grandes silencios de la maternidad, como la pérdida gestacional o la depresión posparto. La sociedad tiende a culpabilizar y responsabilizar a la mujer. Eso explica, en parte, el hecho de que sea un tabú. La mujer se siente culpable y estigmatizada. Es un proceso que se vive en silencio y soledad, pero es muy importante visibilizarlo y darle carácter político, explica la analista, que fue madre tras un proceso que duró cinco años. Desear tener criaturas y no poder causa tristeza, desesperación, ansiedad, miedo y angustia. Cuando empiezas un tratamiento de reproducción asistida no sabes hasta dónde llegarás ni cómo acabará, explica la autora y colaboradora de EL PERIÓDICO.

La infertilidad no es nuestra culpa. Debemos dejar de vivirla en soledad. Debemos politizarla porque sus causas son políticas. La maternidad y la paternidad se han retrasado por el precario mercado laboral y las dificultades para acceder a una vivienda. Las nefastas condiciones medioambientales, vivir rodeados de tóxicos y sufrir un estilo de vida nada saludable tampoco ayuda. El Estado es cómplice, zanja Vivas, para quien empezar a romper el tabú de la infertilidad no hubiera sido posible sin el contexto actual de auge del feminismo.

FAMOSAS QUE EXHIBEN BEBÉS COMO TROFEOS

'La mejor madre del mundo' (Penguim Random House) es un viaje a la conciencia de una madre, una original novela en la que la escritora y periodista Nuria Labari mezcla sus experiencias personales con la ficción y la crónica para hablar de la maternidad, incluidos los tratamientos de reproducción asistida. La existencia del tabú se explica, en su opinión, por lo mucho que nos pesa la idea de lo que debe ser una mujer. Nada ayuda ver a determinadas famosas exhibiendo a sus bebés como trofeos en las revistas. Se las presenta como mujeres victoriosas y tú te sientes una fracasada, una apestada, se lamenta.

Una mujer completa pasa por ser madre. Cuando llegamos a una clínica de fertilidad lo hacemos con una enorme sensación de fracaso y vergüenza. Llegamos rendidas y deshechas, como si hubiéramos suspendido un examen importante cuando, en realidad, nos deberían dar un enorme aplauso por ser tan valientes y tan generosas, explica Labari, madre de dos hijas. La escritora destaca que urge asumir la infertilidad como un tema social, político y de género para que, de una vez por todas, deje de ser un asunto exclusivamente femenino. Lo mismo con la crianza. Se habla mucho de las mamás trabajadoras, pero y los papás trabajadores?, enfatiza.

INFERTILIDAD MASCULINA

En la misma línea, Esther Vivas subraya que se debería dejar de hablar tanto de infertilidad femenina porque la infertilidad masculina también existe. Y no para de aumentar. El doctor Brassesco explica que, efectivamente, la calidad del semen -que también depende de la edad del varón- ha bajado en toda Europa en los últimos 50 años.

'NO PASA NADA, LA PRÓXIMA VEZ SALDRÁ'

Recibir un tratamiento de reproducción asistida es un camino estresante y frustrante. Así lo recuerda Sonia P., ingeniera residente en Madrid que se convirtió en madre hace seis años después de varias inseminaciones y varias fecundaciones in vitro. Mi pareja y yo lo vivimos en soledad. No queríamos hablarlo ni con los amigos más íntimos porque la gente suele hacer comentarios como no pasa nada y la siguiente vez os saldrá sin caer en la cuenta del daño que hacen. No quería que me agobiaran más de lo que ya estaba, explica Sonia. Es un proceso largo que se vive con miedo y angustia. Te cansas física y emocionalmente y hay momentos en los que lo quieres abandonar, explica.

Más de la mitad de las pacientes que acuden a clínicas de fertilidad tienen más de 38 años. El doctor Brassesco advierte de que la edad es muy importante. Cuando una mujer empieza un tratamiento de reproducción asistida lo conveniente es tener 35 o 36 años como máximo. A apartir de los 38 años edad en la que la Sanidad Pública catalana no admite pacientes entramos en zona de riesgo. Nuestro consejo médico a las mujeres que quieren tener hijos es que con 32 años valoren la idea de congelar los óvulos porque si los congelas a los 40 ya es tarde, concluye el médico, que recuerda que los tratamientos se alargan bastante porque dependen del ciclo menstrual de la paciente y de todas las pruebas y análiticas que se realizan.

La reproducción asistida implica una factura económica elevada debido a los medios humanos y la alta tecnología que requiere: entre 600 y 1.000 euros las inseminaciones y entre 3.000 y 7.000 las fecundaciones in vitro. El coste total es prohibitivo para muchas parejas y las hay que, incluso, piden un crédito bancario para poder asumirlo. No saber cuándo terminará el proceso médico provoca angustia. Es como hacer un paréntesis en tu vida porque tienes condicionado tu día a día. Para mí, fue complicado combinar todas las citas médicas con el trabajo y se lo terminé comentando a mi jefe. Por suerte, no me puso problema alguno, recuerda Sonia P. El doctor Brassesco recuerda que el porcentaje de éxito conocido entre los profesionales como 'baby at home' (bebé en casa) depende básicamente de dos factores: edad de la mujer y número de intentos.

PERSPECTIVA GLOBAL

La responsable de la unidad psicológica del IVI insiste en la necesidad de apoyar emocionalmente a las parejas -con especial atención a las mujeres- que están buscando un hijo gracias a la reproducción asistida. Cuando las cosas no salen bien, es horrible oír de tus amigos y familiares frases como no te preocupes, otra vez saldrá. Después de haber conseguido un embarazo y al poco tiempo sufrir un aborto esas frases son demoledoras. No estamos preparados para el duelo. En realidad, lo que esa mujer debería escuchar es ¿qué necesitas, en qué te puedo ayudar?.

Los profesionales sanitarios concluyen que todos los centros de fertilidad deberían disponer de andrólogos, psicólogos y nutricionistas para abarcar el problema de la infertilidad desde una perspectiva global.