Gran actuación a cargo de Alejandro Talavante ayer en la Feria de Sevilla al cortar dos orejas a un sólo toro, dejando entreabierta la Puerta del Príncipe al no poder redondear en el otro.

Esta fue la corrida más completa de la feria, sobre todo en lo que a toros se refiere. Y fue buena sobre todo por Talavante, que paradójicamente sorteó el lote menos propicio.

Ahora que se estaba poniendo en entredicho su capacidad de figura, resulta que se ha instalado en el triunfo partiendo desde la adversidad. Porque fueron para él los dos toros malos de una buena corrida, sin embargo, suficientes para cambiar la moneda.

Hay que ver cómo estuvo Talavante, de centrado y capaz. Su estilo, único, de mucha personalidad y reposo. Torero valiente donde los haya por el terreno que pisa y por lo cerca que se los pasa (los toros).

Grande, en definitiva, porque con un toro como el primero de su lote cualquier otro torero no se entretiene lo más mínimo. A él le bastaron catorce muletazos para cortarle las dos orejas.

El joven Talavante toreó a su primero con una quietud y un gusto fuera de lo común. La muleta, adelantada, esperando la embestida con mucha firmeza para terminar conduciéndola hasta muy atrás.

Tiraba Talavante del toro con un ímpetu tremendo, la fuerza del temple. Y a esto, descolgado de hombros, relajada la figura. El arte de torear en su más bella y apasionada expresión. La plaza se puso blanca de pañuelos nada más enterrar la espada. Fueron las dos orejas más merecidas en mucho tiempo en La Maestranza. La pena, que no redondeara con el sexto, un toro imposible.

El Juli cortó una oreja del primero, pero donde realmente estuvo bien fue en el cuarto al que le faltó matar como Dios manda. El Cid fue el peor parado por su inseguridad frente al segundo y por sus dudas también en el buen quinto.