De una corrida de seis toros de diferentes ganaderías, ciertamente punteras como las que ayer se anunciaban en Zafra, se esperaba más. Se suponía algo lujoso pero, a decir verdad, a los toros les faltó poner algo más. El mejor lote se lo llevó El Juli y bien que lo aprovechó.

El toro de la corrida fue el tercero. Se llamaba Juguetón, fue bravo, tuvo mucha clase y se le dio, con toda justicia, la vuelta al ruedo. No engañó a nadie, pues ya de salida, en el capote, se empleó haciendo el avión, eso tan definitorio, esa forma de embestir a la tela medio doblando el cuello hacia dentro, como si planeara en el capote, ayer, para suerte de este buen animal, de El Juli. Apretó en el caballo y el quite fue por tafalleras, alternadas con chicuelinas. Bien sabía El Juli lo que tenía, que era un toro pronto, con fijeza y repetidor, que se empleaba por abajo y seguía la muleta hasta el final.

Fue agradecido el de Daniel Ruiz, pero tuvo suerte con el torero que le tocó. Decimos esto porque cuando a los toros todo se les hace a su favor, como el inicio de faena por abajo, rodilla genuflexa pero sin cortar el viaje, enseñando al animal a embestir, suelen, si tienen buen fondo, romper a embestir.

Pronto llegó el recital del torero afincado en Olivenza pues su maestría, su forma de enganchar al toro, su manera de correr la mano y sobre todo, cómo remataba el muletazo, encelaba al animal más y más. Fue Juguetón un gran toro, en manos de un gran torero.

El Juli habría rematado la tarde si