Nunca olvidaré a Renata. Ni como artista, ni como mujer llena de un sublime bondad que hizo época en el mundo de la ópera. Fue, sin duda, la soprano italiana por excelencia. La que mejor supo representar la tradición lírica de su país. Tenía una voz dulce, con un color inigualable y con unos pianos maravillosos. No olvido alguna de sus interpretaciones como su Desdémona, Manon Lescaut, La traviata y tantas otras. O sus dúos con Mario del Monaco. Coincidimos en Nueva York y nos hicimos amigas. Era muy considerada y siempre tenía un buen consejo para darte. Nunca aprecié ninguna rivalidad con Maria Callas. Eran distintas, aunque dueñas de un gran talento.