TCtuando las cosas se tuercen y uno no consigue enderezarlas a tiempo, lo normal es que vayan a peor, incluso a pésimo. Entonces, la maraña se complica y las soluciones parecen difíciles de encontrar, aunque no imposibles. Digamos que existen, al menos, dos opciones: Una, la de a-grandes-males-grandes-remedios que consiste en que, avanzando por la senda de la imaginación al poder, alguien sobradamente inteligente dé con el arreglo preciso. Dos, la de no-hay-mal-que-por-bien-no-venga, cuyo desarrollo se basa en dejar que la propia naturaleza o el mismo destino se haga cargo del asunto resolviéndolo de un plumazo. De la primera opción estamos siendo bastante partidarios en este país donde llevamos una temporada llenita de grandes remedios. Ahora se ha sumado el presidente del Instituto de la Empresa Familiar, señor Andic , brillante, pero no tan imaginativo, porque la idea de afligir y endurecer a los funcionarios --esos inútiles-- ya se le había ocurrido a otros antes. Más ingeniosa parece la propuesta de la CEOE de eliminar ayuntamientos, pues tiene doble beneficio: ahorras consistorios y a todos los funcionarios que en ellos habiten sin necesidad de nombrarlos. En cuanto a la segunda, ahí está lo de Argentina: muere el pobre de Ernesto de forma natural y repentina y se disparan las acciones de compañías argentinas y bonos estatales haciendo subir los mercados de valores que estarían los pobres tan necesitados como los nuestros. Lástima no disponer de nadie para dominar a la naturaleza. Desde que he leído la noticia no paro de imaginar que un tsunami barriera de manera fortuita todo el estado incluyendo CCAA y tuviéramos que reconstruirlo. A lo mejor resultaba.