Los terribles incendios declarados en los últimos días en Grecia, con 89 nuevos focos activos, --y en menor medida en Bulgaria, Italia, Albania y Macedonia-- son en gran parte el resultado de la acción directa de pirómanos, pero al mismo tiempo serían impensables sin uno de los veranos más cálidos y secos que han sufrido en las últimas décadas todos los países del sureste europeo. Más allá de las máximas escandalosas que se alcanzaron a finales de julio, como los récords de Foggia (Italia), con 47º, de Elefsina (Grecia), con 48º, y de Sevlievo (Bulgaria), con 45º, la región acumula este verano unas temperaturas medias entre dos y cinco grados superiores a lo habitual, que en términos meteorológicos es un mundo, según las estadísticas del Centro del Clima de EEUU (CPC). Los mismos caprichos de la circulación atmosférica han generado un verano suave y bastante húmedo en el resto del continente.

Grecia sigue en estado de emergencia, aunque ayer fue notoria la mejora meteorológica --las máximas bajaron a 33º-- y no se tuvo que lamentar ninguna nueva víctima mortal, aunque ya han perecido 63 personas. El portavoz del Gobierno, Theodore Rusopoulos, ofreció el primer balance estadístico de los incendios, que confirman el presente verano como el peor de la última década. Desde enero se han registrado 6.404 incendios, aunque destaca el 24 de agosto cuando se declararon simultáneamente 124 siniestros. Más de 800 bomberos y soldados, ayudados por decenas de bomberos llegados del extranjero con 20 hidroaviones y 19 helicópteros cisterna, siguen luchando sin cuartel contra el fuego en el Peloponeso.

RECORD EN MONTENEGRO Durante todo el verano, aunque técnicamente podría hablarse de tres olas de calor desde junio, la región comprendida entre el sur de Italia, Grecia y Rumanía se ha situado bajo la influencia de un potente anticiclón que surgió del Sáhara y se perpetuó al norte de los Balcanes. Palermo, Bari, Antalya, Catania, Larissa o Atenas, que han sobrepasado con asiduidad los 40º, son ciudades acostumbradas a registros extremos en verano, pero este año se han situado incluso por delante de Sevilla y Córdoba. El calor ha durado hasta los últimos días: por ejemplo, Podgorica batió el pasado sábado el récord histórico de Montenegro, con 44º.

Sin embargo, peor aún que el calor ha sido la extrema sequía de la región, con lluvias prácticamente nulas en los dos últimos meses. Muy bien lo saben los habitantes de Ankara, que padecen desde hace más de un mes restricciones de agua corriente. En Atenas, las reservas acumuladas son un 30% inferiores a las del año pasado por estas fechas.

Tras el calor y la sequía, solo faltaba la espita para el fuego: el viento. Y eso es lo que ha pasado en el Peloponeso como consecuencia de una borrasca formada en los últimos días en el sureste del Mediterráneo. Las rachas sostenidas superaban los 70 kilómetros por hora.