Las innovadoras centrales nucleares flotantes rusas permitirán suministrar electricidad a cualquier rincón del planeta, por remoto que sea, pero serán un objetivo prioritario para los terroristas, advirtió hoy Greenpeace. "Un reactor nuclear flotante es, en definitiva, un barco que puede ser maniobrado a placer, por lo que será uno de los objetivos predilectos de los terroristas internacionales", aseguró a Efe Vladímir Chuprov, experto en energía nuclear de Greenpeace Rusia.

Tras varios meses de rumores, el viceprimer ministro ruso, Serguéi Ivanov, anunció esta semana que Rusia había comenzado a construir la primera planta nuclear flotante del planeta según la tecnología utilizada en los rompehielos atómicos soviéticos."La primera plataforma será botada y comenzará a bombear energía eléctrica en 2010" a los astilleros de Severodvinsk (mar Blanco), señaló Ivanov durante una reunión con el presidente ruso, Vladímir Putin. Esas centrales flotantes, que utilizarán uranio poco enriquecido, estarán equipadas con dos reactores, tendrán una potencia de setenta megavatios y generarán el mismo volumen de electricidad que una central nuclear terrestre.

Además de suministrar energía eléctrica a una ciudad de un cuarto de millón de habitantes, la central podría funcionar también como desaladora de agua y proveedora de calefacción, y permitiría ahorrar 200.000 toneladas de carbón y 100.000 de petróleo anualmente. No por esperada la noticia dejó de causar inquietud entre los ecologistas, que acusan al Kremlin de poner en peligro a todo el planeta con esos reactores flotantes, que describen como auténticas "bombas de relojería", ya que almacenan casi una tonelada de uranio.

Greenpeace advierte que se necesitará una flota de guerra para garantizar la seguridad de tales centrales y evitar que caigan en manos de organizaciones terroristas. "Es un regalo para los terroristas y un proyecto innecesario. Las centrales flotantes son mucho más peligrosas y caras que las terrestres, que únicamente enriquecen uranio en un 5 por ciento, tres veces menos", asegura Chuprov.

Bellona se suma a Greenpeace

En la misma línea, la organización ecologista noruega Bellona advierte de que "una simple tormenta podría provocar un desastre ecológico de consecuencias inimaginables". "Las plantas flotantes son una amenaza para el océano Glacial Ártico y para la seguridad y paz mundiales", aseguró a Efe Alexandr Nikitin, ex coronel de la Marina rusa y presidente de la filial rusa de Bellona. Nikitin advierte a los países interesados en que Rusia les transfiera la tecnología nuclear que ésta "es obsoleta, como queda de manifiesto en los continuos accidentes en submarinos atómicos".

Según sus defensores, estas plantas enriquecerán uranio en menos del 20 por ciento, con lo que no se violarían los acuerdos de Rusia con el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA). "Es la ideal fuente independiente de energía. No deja ni rastro de polución", aseguró Yevgueni Kuzin, director general de la compañía Málaya Energuétika, promotora del proyecto. Además, Kuzin mantiene que se tomarán todas las precauciones para prevenir ataques terroristas con aviones y el acceso a los material fisibles, con la introducción de las últimas tecnologías, como el examen del iris ocular.

"No habrá escapes incluso si un avión o helicóptero se estrella contra ella. La planta con bandera rusa atracará en puertos internacionales. Echará el ancla, contactará con los ingenieros locales, comenzará a funcionar y hágase la luz", apunta. Nils Boehmer, experto de Bellona, reconoció a Efe que esas centrales apenas necesitan mantenimiento y "sólo requieren repostar combustible cada cinco años".