TLta semana pasada el buscador Google en español ofrecía 232 noticias cuando combinábamos las palabras meningitis y Nigeria, mientras que teclear los vocablos gripe y México nos llevaba a más de cien mil. Luego echas cuenta de los fallecidos y resulta que es mucho más grave lo de Africa que lo que empezó en América y se extiende de forma muy aislada en algunos lugares de ese mundo que llaman civilizado. A pesar de la facilidad que existe hoy en día para informarnos de lo que ocurre en cualquier lugar, todo lo ocupa un complicado virus con letras y números. Apenas hay rastro informativo ni de la malaria, ni del dengue, ni de esa mortal meningitis de Nigeria. Tampoco es nada nuevo, porque ya sabemos que los titulares de la prensa y los minutos de los telediarios no aumentan en función del número de muertos sino de la clase social y glamour de los mismos. Mientras el problema lo tengan unos niños en Africa no nos afectará nada o casi nada. A algunos le empiezan a temblarles las piernas cuando ven que la desgracia le pasa a alguien que tiene una casa, que lleva a los niños al colegio en coche y que va de vacaciones. Nos aterra ver que uno que se parece a nosotros es víctima de cualquier fatalidad. Es entonces cuando nos apresuramos a comprarnos la mascarilla, ese diminutivo de la máscara que oculta nuestras vergüenzas. Me gustaría saber quién convirtió todo esto de la gripe en noticia de primera magnitud, y si son los mismos a los que les trae al fresco hechos mucho más graves. Sin duda, ha llegado el momento de que la OMS catalogue a la estupidez como enfermedad. Y contagiosa.