El juicio contra los cinco miembros de la autodenominada La manada ha estado envuelto de polémica desde el primer día. Cuatro han sido los principales elementos que explican el gran interés mediático que ha suscitado: las restricciones, los vídeos, el informe del detective y el robo del móvil.

Las dos últimas sesiones han sido a puerta abierta. El público y los medios de comunicación pueden desde ayer escuchar en directo los informes de la fiscalía, la acusación particular y la defensa. Eso sí, con restricciones. A la sala de vistas no se puede acceder con teléfonos móvilesy, además, el tribunal ha prohibido difundir la imagen de los acusados para proteger su intimidad, equiparando esta situación con la de la víctima. La Policía Foral ha pasado un detector de metales a los periodistas y solo se ha podido abandonar la sala en los recesos.

La joven madrileña que presentó la denuncia siempre ha asegurado que la obligaron a entrar en un edificio y que allí la violaron cuatro personas, que al final fueron cinco. Los acusados, sin embargo, han declarado que la relación sexual fue consentida, aunque admitieron que solo lo intuyeron por los supuestos «gemidos». A pesar de esta versión, la Policía Foral que analizó los vídeos (en total 96 segundos) grabados por los mismos procesados alegaron que no eran gemidos, sino chillidos de dolor.

Otra polémica que ha rodeado el juicio es la admisión por parte del tribunal de un informe elaborado por unos detectives y presentado por una defensa sobre la actividad de la joven en internet tras denunciar la violación. Al parecer accedieron a páginas restringidas. El mismo letrado que lo entregó lo retiró el pasado viernes. En el proceso, por lo tanto, solo queda la foto presentada por el abogado de tres acusados y que fue copiada de la cuenta de Instagram de la chica y en la que ve una camiseta con la frase: «Hagas lo que hagas, quítate las bragas». En la imagen no sale la joven. Un informe de otros detectives que siguieron a la presunta víctima y la fotografiaron en lugares privados al final también se retiró.

El robo del teléfono móvil de la joven, reconocido por uno de los acusados, es otro de los elementos que puede conducir a una condena por agresión sexual. A pesar de que el procesado confesó que le quitó el aparato por «avaricia», la respuesta de la fiscala fue clara: «La querían dejar en una situación de indefensión».