Aunque no tan fiero como lo pintaban, Gustav llegó ayer a Luisiana (sur de EEUU) y por unas horas mantuvo atemorizada a Nueva Orleans. Al cierre de esta edición, sin embargo, en la ciudad dominaba la calma y una sensación de acelerada vuelta a la normalidad, aunque en las calles casi desiertas solo se veía a policías, militares y periodistas.

El huracán, que había dejado decenas de muertos a su paso por el Caribe, perdió fuerza al atravesar velozmente el golfo de México y su nuevo recorrido, virando hacia el suroeste, libró de un fuerte impacto directo a Nueva Orleans. Degradado a la categoría 2 de la escala Saffir-Simpson (de 1 a 5), con vientos de 175 km/h, el ojo de Gustav tocó tierra alrededor de las 9.30 horas (15.30 en España) 110 kilómetros al suroeste, en Cocodrie, una diminuta localidad de unos 300 habitantes. Minutos después, el agua empezaba a superar en la ciudad el tope de los diques del Canal Industrial. Esa es la vía que conecta el lago Pontchartrain con el río Misisipí y atraviesa el distrito 9, uno de los epicentros de la tragedia provocada hace tres años por las aguas agitadas por el Katrina .

Hacia la una de la tarde, sobre el puente Claiborne, tomado por la Guardia Nacional, el huracán golpeaba la ciudad con su mayor intensidad. Era el viento, más que la lluvia, lo que empujaba las aguas por encima de los diques del Canal Industrial, reconocido incluso por el Cuerpo de Ingenieros del Ejército como "el talón de Aquiles" del sistema de diques y canales que protege a Nueva Orleans de las crecidas del Misisipí y de las marejadas.

AGUA HASTA LOS TOBILLOS Esas aguas inundaban algunas calles aledañas a los diques en el distrito 9. Las televisiones habían encontrado su imagen de peligro y amenaza, pero un paseo por la zona, con el agua alcanzando como máximo la altura de los tobillos, reforzaba la impresión de que, esta vez, Nueva Orleans se había librado de lo peor.

Hacia las dos de la tarde (las 21.00 horas en España), el cielo estaba aún totalmente cubierto, pero ya no dominaba un gris opaco sino uno casi blanco y brillante y el agua hacía ya rato que había dejado de caer. Había algunas calles anegadas, ramas desgajadas que bloqueaban algunas carreteras y algunos cables del tendido eléctrico caídos. Solo quedaba esperar y comprobar si resistían los diques, cuyo proceso de reforzamiento tras el Katrina no concluirá hasta el 2011.

La máxima preocupación era el West Bank, una zona al sur del Misisipí que recibe las aguas directas del Golfo y donde no se ha construido aún el sistema de protección. Se vigilaba con atención, además, a dos pequeñas gabarras que se habían desamarrado y que podían provocar daños en las paredes del canal.

REFUERZO INCOMPLETO Según las autoridades, los diques son hoy más altos y más resistentes que hace tres años, cuando el 80% de la ciudad se inundó y murieron 1.500 personas. Pero lo cierto es que, pese a haber invertido más de 8.200 millones de euros, solo se ha ejecutado un 20% del plan de fortalecimiento.

Desde primeras horas de ayer el efecto del Gustav se había dejado sentir con fuerza en una Nueva Orleans prácticamente desierta. Cuando el agua y el viento ya eran fuertes pero aún no demoledores, algunos vecinos se aventuraban a dar una vuelta entre árboles que se doblaban como juncos. Luego se recluirían, mientras en las avenidas del centro los rascacielos amplificaban los sonidos del fuerte viento.

Si se cumplen los pronósticos, Gustav se habrá degradado rápidamente a medida que se adentre en tierra y esta madrugada habrá alcanzado el este de Tejas.