TLta noticia me ha llenado de pena. Pero descanse en paz el bueno de fray Juan de Guadalupe, según su libro de gastronomía de '100 Recetas de Fray Juan de Guadalupe', pero natural de Llerena. Llegó al monasterio en 1953, el año en que yo me casé, en que se celebraba las bodas de plata de la Coronación. Por eso estaban arreglando el camarín de la Virgen, y su bendita imagen estaba en el altar mayor, razón por la cual, nuestras fotografías de novios --y las de todos los que se casaron allí en 1953- salieron con el fondo de la imagen de la Virgencita.

Al poco le encargaron de la cocina y se hizo un gran cocinero,después un gran restaurador, no solo para la gastronomía, sino también para convertir la modesta Hospedería en una de lujo. Me consta que dirigió las obras de transformación de aquellas inmensas habitaciones, con todo lujo de detalles. Tenía, según creo, un estupendo ebanista de Villanueva de la Serena, que plasmaba todas sus ideas de manera brillante.

Yo conozco a fray Juan desde entonces y como he estado en el monasterio lo menos cien veces (mi primera visita fue a los 12 años en 1937, todavía en guerra,con una peregrinación de la Juventud de Acción Católica con el inolvidable Juan Pablo Alba López), he tenido una buena amistad con él, entrañable, hasta mis hijos--que luego hicieron todos la Primera Comunión allí-- le llamaban cariñosamente fray Papillas, porque a varios de ellos se las hizo o calentó. Cuando nos íbamos alguna tarde de verano a merendar al río Guadalupe, primero con fray Arturo Alvarez y luego con fray Serafín Chamorro (recientemente fallecido), nos preparaba unos cangrejos de río que estaban de rechupete.

Pero mejor que yo ha escrito sobre fray Juan el sacerdote periodista José María Javierre (que ya le habrá recibido con sus floridas palabras en el cielo) en el prólogo del libro mencionado,que titula 'Fray Juan, el secreto escondido de la Hospedería'. Me basta transcribir unos párrafos:

"Hay secreto escondido en la hospedería.--¿qué secreto?-- Un fraile --Sin él, la estancia en el monasterio no dejaría a los visitantes de Guadalupe "este buen sabor de boca" que se llevan al irse". "Querido fray Juan.Ignoro si en la letanía de santos y santas, hijos e hijas de Francisco y Clara, figura una o uno que hayan ganado su laurel "desde la cocina. Pues quiero avisarte: puedes acabar canonizado,santo de altar,como premio a tus pucheros.Verán".

Y narra cómo una monja española, María Rosa Molas, solo dejó como escritos sus recetas de cocina. Y "María Rosa Molas ya ocupa hornacina en los altares: la declararon santa", también por su dedicación a la escuela y a cuidar enfermos. Pero todos los escritos que pudieron reunir en el proceso canónico fueron "un recetarios de postres, de turrones, de dulces e incluso de licores y aperitivos".

Con este precedente, Fray Juan, decimos nosotros --con tus 100 recetas--, ten cuidado, que puedes verte en los altares. Amén. Que quiere decir así sea.

*Manuel Martín Lobo