Los devastadores pronósticos no se cumplieron. El huracán Ike , que apuntaba a las inmediaciones de La Habana, llegó con un bramido 16 veces menos destructivo que el de su antecesor, el Gustav , que hace solo ocho días también evitó pasar por la capital cubana, de casi tres millones de habitantes.

El vigor que debían darle las aguas cálidas del Caribe no se hizo notar y el Ike , degradado a la categoría 1, se alejaba ayer con vientos un poco por encima de los 100 km/h hacia el golfo de México --donde se teme que se refuerce de nuevo-- por un punto al norte de Pinar del Río.

CIUDAD FANTASMA Parecía como si el viento fuera lo único vivo en La Habana, que ofrecía ayer por la mañana la imagen de una ciudad abandonada, tras una madrugada de oscuridad total. El malecón estaba inusualmente tranquilo y las olas no eran de mucho considerar. Fueron retirados los semáforos colgantes y el resto no funcionan, al igual que algunas vías de acceso, como tramos que llevan a la Plaza de la Revolución, bloqueados por barreras policiales.

Aunque los soplidos del Ike eran infinitamente menores de lo esperado y las lluvias que avanzaban del oriente aún no se habían hecho sentir con fuerza, ya se reportaban derrumbes totales o parciales en los municipios capitalinos de Centro Habana y el Cerro, pero sin víctimas.

En el interior y el oriente de la isla sí hubo al menos cuatro muertes: dos por el derrumbe de un inmueble y otros dos por electrocución. Las viviendas dañadas se cuentan por millares, al igual que las hectáreas de cultivo, las redes de electricidad están arrasadas y las lluvias seguían provocando inundaciones. En Haití, las víctimas ya eran 66.

Las evacuados en La Habana sumaban 240.000, y más de un millón en toda Cuba desde el paso del Gustav . En la capital hay 320 edificaciones en peligro de derrumbe, algunas de ellas definidas como "en estática milagrosa", término empleado por los ingenieros civiles para identificar los inmuebles que no se sabe por qué no se han venido abajo.

La gran preocupación de la Defensa Civil por evitar muertes demuestra la sensibilidad de las autoridades en estos casos, pero también el calamitoso estado de las viviendas en casi todo el país, donde señorea la pobreza.

Pero Fidel espantó a Ike de La Habana. Como ha ocurrido en otras ocasiones, los huracanes se aproximan a la capital, a la que amenazan de caer con toda su fuerza, pero de pronto se desvían y pierden vigor. La fenomenología criolla, cargada del sincretismo religioso que adora bajo un mismo panteón a deidades católicas con las africanas, atribuye a Fidel Castro poderes mágicos, que a veces usa para avizorar los planes fallidos de atentados contra su vida y otras veces, como ahora, para ordenar a los ciclones que se calmen.