Hace unos 13 millones de años vivió en lo que hoy es Els Hostalets de Pierola, en Sabadell, un primate con unas habilidades sorprendentes. A diferencia de otras especies coetáneas, que caminaban a cuatro patas sobre las ramas, varios cambios anatómicos, como una columna vertebral corta y rígida, el cuello largo y el omóplato desplazado hacia atrás, le permitían erguir la espalda y trepar a los árboles con la ayuda de los brazos. El nuevo sistema de locomoción no sólo era revolucionario, sino a la vez práctico y útil: tuvo tanto éxito que, hoy en día, todos los simios antropoides --el hombre, el orangután, el gorila y el chimpancé-- somos herederos de aquella lejanísima especie. Los restantes primates, desde los grandes babuinos y hasta los pequeños titís, suelen desplazarse a cuatro patas.

Los primeros restos fósiles del antropoide aparecieron en diciembre del 2002 durante unas obras en el vertedero de Pierola. Al principio se trató de un diente, pero pronto se localizó un cráneo, dos vértebras, cuatro costillas y dos falanges, y con posterioridad se logró reconstruir un esqueleto casi completo. Ayer fue presentado internacionalmente por la prestigiosa revista Science , que le dedica un amplio artículo y además hace oficial el nombre científico que le han asignado sus descubridores: Pierolapithecus catalaunicus.

UNICO CANDIDATO "Creemos que podría ser el último antepasado común de todos los antropoides", resume Salvador Moyá-Solá, investigador del Instituto Miquel Crusafont de Sabadell y jefe del equipo de paleontólogos. En su opinión, ninguno de los simios fósiles rescatados hasta ahora puede ocupar ese lugar: o son demasiado primitivos, como el Kenyapithecus y el Equatorius, o, por el contrario, ya se encuentran adscritos a la línea evolutiva de alguna de las especies actuales. Este sería el caso, por ejemplo, del Dryopithecus laietanus, un primate arborícola de hace nueve millones de años descubierto por el mismo equipo en el yacimiento de Can Llobateres, en Sabadell. Era un antepasado del orangután, pero no de los otros grandes simios.

Aunque el Pierolapithecus se descubrió en Els Hostalets de Pierola, los investigadores creen que la especie vivió también en Africa. "Es la fábrica de todos los primates --explicó Meike Köhler, coautora del trabajo-- y es lógico que de allí procedan".

UNA EPOCA DESCONOCIDA Los restos fósiles corresponden a un macho de dieta vegetariana que pesaba unos 35 kilos y medía poco más de un metro. Era capaz de trepar verticalmente con movimientos ágiles, como los chimpancés y los gorilas, aunque los dedos no eran suficientemente largos como para colgarse, como hacen los orangutanes. Varios huesos desgastados sugieren que falleció devorado por un depredador, sostiene Moyá-Solá.

Los restos de Pierolapithecus catalaunicus cubren una laguna fundamental en la historia de la evolución, el periodo comprendido entre hace 14 y 12 millones de años. "Los análisis moleculares nos indicaban que la separación (la transición entre los primates que van a cuatro patas y los que pueden erguir la espalda) se produjo por esa época, pero hasta ahora no habíamos hallado ningún resto", precisa Moyá-Solá.

"La importancia de Pierolapithecus, añade, es que por primera vez pueden apreciarse claramente en el esqueleto todos los rasgos clave que definen a los grandes simios modernos". El investigador destaca el tórax ancho y plano, los omoplatos colocados a lo largo de la espalda y el brazo. "Enseguida supimos que era algo extraordinario", concluyó Köhler.