La carne artificial ya es una realidad. Un equipo de científicos holandeses presentaron ayer en Londres la primera hamburguesa creada en un laboratorio a partir de células madre de una vaca. Tras meses de trabajo, los investigadores de la Universidad de Maastricht han conseguido elaborar un filete de carne picada de 142 gramos.

Para el responsable del proyecto científico, el profesor Mark Post, la primera hamburguesa in vitro supone el pistoletazo de salida de una revolución alimentaria que puede llevar los productos de carne artificial a los estantes de los supermercados en 10 años.

Los 250.000 euros que costó la investigación fueron financiados por Sergey Brin, cofundador de Google, y cuya identidad permaneció oculta hasta el mismo día de la presentación. El fruto de su inversión abre la puerta a nuevas posibilidades para la elaboración de carne artificial con las que satisfacer la creciente demanda de carne, que se va a duplicar en los próximos 40 años por el aumento de la población, según las previsiones que baraja la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). El investigador está convencido de que esta nueva técnica podría ser un remedio eficiente para la escasez de carne en el planeta en un futuro a medio plazo. En la actualidad, el consumo del ser humano ya representa el 70% de la capacidad agrícola para producir carne.

"Necesitamos alternativas", subrayó el científico tras advertir que la actividad ganadera es insostenible a largo plazo por el daño medioambiental que acarrea en cuanto a emisiones de gases de efecto invernadero. La FAO estima que el ganado es responsable del 9% del dióxido de carbono y del 37% de metano presentes en la atmósfera.

Apoyo de los ecologistas

De momento, el proyecto cuenta con el apoyo de la defensora de los derechos de los animales PETA. En un comunicado, la organización dio la bienvenida a la "carne cultivada" pues, en su opinión, "significa el fin de camiones llenos de vacas y pollos, de los mataderos y de la ganadería industrial". Además, aplaudió la fabricación artificial de carne porque "reducirá emisiones de carbono, conservará agua y hará más segura la distribución alimentaria".

El proceso de elaboración de la hamburguesa duró tres meses en los que se siguió un complejo proceso. En primer lugar, se cultivaron células madre extraídas de tejido muscular bovino en un caldo con nutrientes y sustancias químicas que propiciaron su desarrollo y proliferación. Al pasar tres semanas, se habían cultivado más de un millón de este tipo de células. Fue entonces cuando se colocaron en pequeños platos donde se unieron unas a otras para formar pequeñas tiras de músculo de un centímetro de largo por cinco milímetros de ancho.

Hicieron falta 20.000 de esas hebras para que, una vez compactadas, la hamburguesa fuera una realidad, si bien al principio tenía un color amarillento y rosado, al carecer de la apariencia que le dan la sangre y la grasa. Los científicos cambiaron su color con zumo de remolacha y azafrán para que adquiriera el aspecto propio de la carne de ternera. Además, contenía sal, caramelo y migas de pan para que resultara "tan auténtica como fuera posible" al paladar.

Expectación

En un ambiente de secretismo, la esperada hamburguesa se presentó al público ayer entre dudas sobre su sabor y textura, que de momento no alcanzan el nivel de la ternera natural. "El gusto es bastante intenso, cercano a la carne, aunque no está tan jugosa", señaló la crítica gastronómica Hanni Ruetzler, la primera en probar la carne junto al escritor Josh Schonwald. El autor echaba de menos la grasa pero aseguraba que, por lo general, "parece una hamburguesa".

La técnica desarrollada permite, de momento, crear pequeños trozos de carne. Para elaborar filetes más grandes se requeriría de un sistema de vasos sanguíneos que pudieran transportar nutrientes y oxígeno al interior del tejido cultivado. Post afirmó que el proceso de fabricación de pescado y pollo artificiales no sería tan complejo.