Harald de Noruega, de 66 años (en la foto, con la reina Sonia), permaneció ayer cinco horas y media en el quirófano en una operación en la que le extirparon la vejiga, tras haberle sido diagnosticado un cáncer. La intervención fue un éxito. De tal manera, que los doctores auguraron que el rey saborearía en casa los turrones de Nochebuena.

Los cirujanos del Rikshospitalet de Oslo, un centro público, explicaron que habían reconstruido un nuevo órgano y que no habían apreciado signos de la propagación del cáncer. "El rey está en buena forma", dijeron los doctores. Mientras dura la convalecencia, el príncipe Haakon asumirá las labores de la jefatura del Estado.