Bores & Mallo cierra. La galería cacereña desaparece después de diez años de promoción del arte contemporáneo en Extremadura. Se va, dice el galerista Javier Castro, sin amargura, con humor. Y para ello ha organizado una despedida en la última feria de arte en la que participará: Valencia.art. Además, ha editado un avance de sus memorias como galerista y en diciembre ejercerá como coordinador de otra feria: Art Salamanca, de la que sólo tiene contrato para esta edición. "Así que después me convertiré en paseante de Cánovas", afirma Castro.

No es aún Extremadura un buen territorio para la venta de arte actual. Tras cerrar Bores & Mallo sólo resistirán María Llanos, en Cáceres, y Angeles Baños, en Badajoz. "Sigue siendo difícil mantener una galería", dice Javier Castro, que en sucesivas sedes cacereñas y una aventura fugaz en Lisboa ha intentado mantener un hilo con la actualidad del arte. Pero el hilo se ha roto al comprobado la escasez de un mercado público y privado para el arte en la comunidad.

Su salida de Arco, donde no fue seleccionado en la última edición, ha contribuido a la decisión que ha tomado. "Muchas galerías se mantienen gracias a Arco, lo que les permite abrir el resto del año", afirma refiriéndose a las ventas que se logran en la feria de Madrid, la principal cita nacional con el arte.

Echa, además, en falta Castro un contexto que favorezca la promoción del arte en la región, a pesar de las acciones promovidas por las instituciones públicas. "No ha habido una figura de referencia en el arte como por ejemplo la ha habido en el del libro con Fernando Pérez, el que fue director de la Editora Regional de Extremadura".

La despedida oficial será en la feria de Valencia, en una habitación de hotel donde expondrá encima de una manta una selección de los artistas que ha mostrado su galería en estos diez años, entre ellos Pedro Calapez, José Manuel Ciria, Bernardí Roig, Perejaume, Fernando Sinaga o Baltazar Torres. Estos y otros ofrecen una imagen de la soledad, como tema predominante de las exposiciones organizadas por el galerista. La última aparición será aún cacereña y entre octubre y noviembre exhibirá la obra de Ricardo Pistola.

¿Qué rescata de este tiempo de galerista? "El trabajo en sí, que es maravilloso. Y haberlo desarrollado en Cáceres, que es una ciudad que me gusta", afirma. De ello habla en ese adelanto de recuerdos llamado El clavo solitario , editado por la propia galería, cuyo texto completo espera publicar el próximo año. En las páginas del libro, dirigidas a los propios artistas, a veces poco conocedores de la figura del galerista, y a quien se interese por esta figura cultural los recuerdos se mueven entre ferias, citas sociales o evocaciones familiares, atravesadas por el humor, "la fuerza que lo mueve todo".

Al fondo queda la obra de arte, "que hace que estemos menos solos, que tengamos compañeros de viaje, que nos permite para hablar y hasta dormir mejor".

"No me voy en plan protesta", resume Javier Castro. "Hasta aquí he llegado".