El festival de heavy metal, (W:O:A:), de Wacken, en el norte de Alemania, abrió hoy convertido un año más en meca del rock duro, ahora atrincherado entre dispositivos reforzados de seguridad por la alerta existente en toda Europa para eventos festivos. Los primeros centenares de rockeros se concentraron en esta pequeña población de apenas 1.800 habitantes, que hasta el sábado espera acoger a unos 75.000 visitantes y entre cuyos platos fuertes están los legendarios Iron Maiden. La banda encargada de abrir el programa de hoy fue "Metalheads", presente ya en Wacken en la primera edición del (W:O:A:), en 1990, y que fue recibida por varios miles de seguidores en la pradera donde está instalado uno de los escenarios del evento. Las autoridades locales reforzaron los dispositivos de seguridad, de acuerdo a los protocolos extendidos para todos los festivales que se desarrollan este verano, especialmente los que tienen lugar al aire libre. La alarma antiterrorista regía ya en toda Alemania y se acentuó estos días, tras el ataque yihadista registrado el pasado 24 de julio en Ansbach (Baviera), cuando un refugiado sirio murió al detonar la bomba que llevaba en una mochila tras intentar, sin lograrlo, ingresar en un festival al aire libre.

Wacken, una tranquila localidad a 70 kilómetros de Hamburgo y 50 de la frontera con Dinamarca, adoptó así un aire algo menos relajado que en ediciones anteriores, debido a la presencia de controles en los accesos a los lugares de las actuaciones, así como en las grandes explanadas convertidas en lugares de acampada. El festival se ha hecho un lugar en el circuito del rock duro precisamente por su ambiente distendido y la atípica complicidad que se establece en sus tres días de existencia entre la tranquila población lugareña y los amantes del rock duro. La convivencia es una de las señas de identidad del festival, con gente del pueblo ofreciendo tartas caseras y café al visitante, mientras éste alterna esta oferta con las imprescindibles cervezas y salchichas de los múltiples tenderetes de comida profesionalizados. Las actuaciones se reparten entre distintos escenarios, sobre un total de 245 hectáreas de superficie, en los que actuarán hasta el sábado un centenar largo de bandas, como "Saxon" y "Whitesnake". De acuerdo con la tradición de los últimos años, la fiesta arrancó oficiosamente ayer miércoles con la actuación de la banda de viento del cuerpo de bomberos local. Las praderas que rodean la población están parcialmente convertidas en lodazales por las lluvias caídas durante todo el día, lo que según el pronóstico meteorológico podría seguir dominando el paisaje al menos hasta el viernes. Las medidas de seguridad obligaron a los asistentes a dejar sus motos de alta cilindrada y demás vehículos privados en las afueras del recinto, mientras que su interior era zona eminentemente peatonal.