La plaza de Trujillo lucía bella, porque lo es, pero parecía más hermosa completamente llena. Además, el festejo fue entretenido, pues toros y toreros cumplieron, cada uno con su papel. El tercio de banderillas que protagonizó Hermoso de Mendoza con el buen toro que abrió plaza fue brillantísimo. Bordó el toreo a caballo y es que eso fue lo que precisamente hizo el caballero navarro: torear, que es conducir su embestida. Sobre Chicuelo y Silveti , clavó cuatro banderillas soberbias. Dejaba llegar al toro, clavaba con ajuste y los remates eran torerísimos, cabalgando a dos pistas, con el toro siempre cosido a la grupa. Después cortó otra oreja del cuarto.

El lote bueno en la lidia a pie lo tuvo Cayetano. Su toreo de capote, a la verónica, fue de gran enjundia, y con la muleta su toreo es muy estético. A su primero le hizo una faena ligada, con empaque y torería. Pero el sexto merece un comentario aparte porque fue un toro muy bravo y fiero a la vez. La faena tuvo un gran nivel en su primera parte, y después bajó de tono. Lo mejor llegó por el pitón derecho en series muy intensas, de mano baja. Pero era muy complicado el zalduendo por el izquierdo, por donde le cogió de mala manera.

El Juli tuvo un primer astado de poca transmisión al que cortó un trofeo tras una faena muy técnica, con series templadas. El quinto se lo inventó él, pues se quedaba corto al principio pero el diestro supo, primero llevarle largo al natural, y después ponerse en el sitio para encelarle con la diestra.