La pasada década (2001-2010) fue sin discusión la más cálida desde 1880 y probablemente también de los últimos 1.400 años, subraya el informe del IPCC, pero a los especialistas en clima no se les ha pasado por alto una realidad inesperada: las temperaturas no solo no han crecido al ritmo que los programas de cálculo previeron años atrás, sino que prácticamente se ha producido un parón desde 1998. O los modelos estaban mal programados o no se tuvo en cuenta algún ingrediente. Este hiato , como es conocido, tiene varias explicaciones que pueden haber contribuido con distinta fuerza.

Para empezar, no obstante, el IPCC insiste en que las temperaturas actuales no pueden compararse con un único año, 1998, que fue anormalmente cálido debido a la presencia de un Niño muy potente. El fenómeno, cuya manifestación más conocida es un calentamiento del agua superficial del Pacífico, no se ha vuelto a repetir desde entonces con la misma intensidad. El viernes mismo, Rajendra Pachauri, el presidente del IPCC, dijo que la desaceleración tendría que durar mucho más como para ser considerada síntoma de una "nueva tendencia". Y no parece, según sostiene el informe, que vaya a ser así.

Fenómeno inverso

La realidad, prosigue Francisco Doblas-Reyes, del Instituto Catalán de Ciencias del Clima (IC3), es que los últimos años han estado presididos justamente por el fenómeno inverso, La Niña , cuyo efecto sobre el clima es de enfriamiento. "Estos mecanismos se corresponden con la variabilidad interna del sistema", resume Fidel González, climatólogo de la Universidad Complutense. "Y hoy en día no tenemos posibilidad de predecir con más de un año de antelación si habrá Niño o Niña ", asume Doblas.

Otra hipótesis convincente tiene que ver con la capacidad del océano profundo para absorber calor, un proceso que no se había calculado suficientemente. Uno de los factores esenciales es la intensidad de la llamada circulación termohalina, la gran corriente oceánica que transporta calor desde las latitudes tropicales hasta las polares. "La circulación sería ahora menos rápida, lo que significa que hay menos agua fría sumergiéndose en las latitudes polares y, de media, el océano absorbe más energía y frena el calentamiento", explicó recientemente Virginie Guémas, también del IC3.

Finalmente, cita la influencia del último ciclo solar, con un mínimo de gran intensidad, y el posible efecto de los volcanes, cuyas erupciones reducen la radiación solar que llega al suelo. "Desde el Pinatubo en 1992 no ha habido grandes erupciones, pero sí una sucesión de pequeñas en zonas tropicales", recuerda Doblas. El investigador insiste, no obstante, en que el IPCC atribuye a esta posibilidad "enfriadora" un grado discreto de confianza.