TEtn estos días en los que aprieta el calor he recordado un estudio que apareció publicado en la prensa hace unas semanas que asegura que los españoles somos los europeos que menos desodorante usamos y que sólo uno de cada diez habitantes de este país lo utiliza en verano. Quizá el desodorante sea una de las claves de nuestros males. Los chinos, que son más listos y más higiénicos que nosotros, lo saben. Ellos, inmersos ahora en su aventura espacial y en su afán de reclutar superhéroes que poder lanzar al espacio, han puesto una condición esencial a los futuros astronautas: hay que oler bien. Por ello, el Gobierno chino dejará fuera de su lista de tripulantes espaciales a aquellos aspirantes con malos olores corporales o cicatrices que puedan abrirse en el espacio. Desde la agencia espacial china insisten en que está comprobado que el mal olor corporal afecta a los compañeros, lo que termina jodiendo las relaciones en la nave y hace fracasar la convivencia espacial y el objetivo final de cualquier proyecto. Se trata de empezar la carrera espacial por lo básico, por la convivencia. Unos se afanan por tener el cohete más rápido y espectacular y otros por conseguir el más limpio y cómodo. Ahora la NASA anuncia que por lo menos hasta el año 2020 sus astronautas no podrán pisar la Luna y los chinos aseguran que ellos lo harán antes y mejor aseaditos. Sí, son listos los chinos, ellos se han dado cuenta de cosas en las que otros no hemos reparado: la importancia del desodorante para hacer que el vecino se sienta bien con nosotros y la necesidad de cicatrizar las heridas para que nos sintamos bien con nosotros mismos.