En los primeros años de colegio, lo que cabría esperar es que los niños siempre quisieran ir a la escuela. No hay grandes responsabilidades y no parecen existir conflictos mayores. Sin embargo, en algunas etapas de su crecimiento, se muestran reacios o incluso puede haber rabietas y pataletas. Se puede deber a diversas causas, sin que ninguna de ellas sea debido a algo negativo del colegio.

Si nuestras responsabilidades laborales nos lo permiten, muchas veces caemos en la trampa de ceder y permitir que se queden en casa. Lejos de ser algo puntual, se acaba convirtiendo en una rutina y nuestros hijos empiezan a demandarlo con mayor asiduidad. Pero ¿qué puedo hacer cuando mi hijo me repite constantemente que no quiere ir al colegio?

IR AL COLE

Los niños observan y asimilan todo lo que ocurre alrededor y las consecuencias que de ello derivan. Estar enfermos es causa suficiente para que se queden en casa y, como funciona, lo usarán en futuras ocasiones para no ir al cole. Para ello mentirán con que se encuentran mal y de no lograrlo llorarán. Aunque a veces se debe a una mala semana, puede perdurar y llegar a ser un problema que altere la rutina diaria.

En primer lugar, debemos identificar cuándo se trata de algo puntual o cuándo es ya un verdadero problema. Descartando que no exista ninguna causa real en el colegio, a través de las siguientes pautas atajaremos el problema, logrando que nuestro hijo pase de una actitud desafiante a una más colaborativa, hasta que logre volver de nuevo con ilusión a la escuela.

1. Potencia la comunicación

Respecto a nuestros hijos siempre existe una barrera que nos cuesta salvar. Por un lado, la diferencia de edad y, por otro, los roles opuestos que se asumen. Por eso, ante diferentes problemas que van surgiendo, no existe una verdadera comunicación, sino que procuramos atajarlos desde la imposición de las normas y sin basarnos en la empatía.

Acercarnos a nuestros hijos, interesarnos por su día a día o sus emociones creará un vínculo que propicie que cada vez que haya dificultades, pueda acercarse a hablar. Esto incluye la negativa a ir a la escuela.

2. Pregunta en el colegio

Tal vez haya algún comportamiento que tú desconozcas sobre tu hijo en clase. Los profesores, los cuales observan a todos los niños, pueden darte muchas pistas sobre qué puede pasar. Además, al tener experiencia en este asunto, podrán orientarte de la mejor forma posible.

También hay que tener en cuenta que es una problemática bidireccional, no solo algo que viene desde casa. Desde todas las perspectivas y con ayuda de todos es como se puede solucionar.

3. Rutinas

Los niños son especialmente sensibles a los cambios y a la falta de rutinas. Necesitan los mismos horarios para sentir seguridad y equilibrio. Busca en tu día a día si hay algo que ha podido desestabilizar los horarios o si ha habido cambios a nivel familiar que puedan estar influyendo.

4. Los juegos

A través del juego es como los niños mejor muestran lo que les ocurre. Fíjate en casa o en el parque cómo se relaciona, la actitud que muestra o el lenguaje que usa. Si está más agresivo o más triste, si tiene temas recurrentes o si se aísla más. Incluso cuando no saben verbalizar lo que les pasa, los niños nos muestran mucho en sus rutinas de juego.

Los más pequeños pasan por diferentes etapas a lo largo de su infancia. Algunas se caracterizan por el miedo y otras por la necesidad de independencia. Son etapas concretas que pasan pronto sin que influyan notablemente en el día a día. Sin embargo, cuando lo que parecía una fase empieza a afectarnos, como la negativa a ir al colegio, debemos buscar soluciones para devolver el bienestar a todo el grupo familiar.