El móvil se ha convertido en un elemento indispensable de nuestra vida. Cada vez estamos más conectados y lo usamos para un mayor número de cosas. Mientras que algunas personas tuvieron su primer smartphone ya en la etapa adulta, con las nuevas generaciones esto está cambiando. Desde que los niños nacen, ya empiezan a interaccionar con las pantallas. De hecho, existe ya un mercado destinado a los más pequeños. Pero lo que al principio puede ser ocio o entretenimiento, acaba llegando a producir adicción, ya que el cerebro de los niños también puede engancharse a algunos elementos, tal y como hacen los adultos.

Si en la adolescencia nos preocupa la adicción a las redes sociales, también debemos vigilar que nuestros hijos pequeños no tengan una mala relación con el teléfono móvil. No son conscientes de que puede haber una pérdida del control sobre el uso de plataformas digitales y de Internet. Son aquí los padres quienes tienen que identificar los síntomas.

PANTALLAS EN LA INFANCIA

Cuando un adulto sufre una adicción, del tipo que sea, su ritmo de vida habitual se encuentra alterado. No siempre afecta a todas las áreas de su vida, pero sí a nivel general. Influye en su trabajo, dentro de su círculo íntimo o en las dinámicas que mantiene con su familia. Alimentación, sueño o estado de ánimo siempre se verán implicados. En un niño no siempre vemos este mismo patrón de alteración, ya que somos nosotros los que vamos guiando su rutina, y la adicción a las pantallas puede pasar inadvertida.

El cerebro de cualquier persona es susceptible de establecer una adicción cualquier elemento, aunque es más vulnerable con algunos elementos, diseñados para una mayor interacción. Esto es independiente de la edad y resulta igual de peligroso. Por eso, debemos identificar los síntomas que nos alerten de que nuestros hijos pueden ser adictos al teléfono móvil.

1. Cada vez más tiempo

Mientras antes eran suficientes unos minutos, ahora el pequeño empieza a reclamar cada vez más tiempo, aumentando su frustración cuando le quitamos o apagamos el móvil.

2. Estado de ánimo

A lo largo del día, los niños pasan por diversos estados de ánimo. Cuando empieza a haber un abuso de las pantallas, diferenciamos solo dos polos: el positivo cuando está con el teléfono y el negativo, con irritabilidad o tristeza, cuando no está con él.

3. Reclama el teléfono

Cuando no lo tiene, pregunta en numerosas veces cuándo podrá jugar con él. De hecho, es lo primero que suele preguntar al vernos llegar a casa o cuando les recogemos en el colegio.

4. Menos actividades

Su ocio y sus juegos empiezan a cerrarse cada vez más en torno al móvil. Abandona otro tipo de juguetes y se aburre con cosas nuevas, cuando antes no pasaba.

5. A escondidas

Como entiende que controlas el tiempo que pasa con el móvil, buscará hacerlo a escondidas, robando unos minutos, o mintiendo sobre el tiempo que lleva conectado.

6. Rutina alterada

La hora de la comida o de dormir va asociado al teléfono. De hecho, negocian con nosotros, aunque sea de una forma inconsciente. Comerán si les dejamos jugar, aunque no colaborarán tanto como queremos. Y para dormir necesitarán haber jugado el tiempo necesario, que irá en aumento.

La adicción y el abuso de la tecnología se ha visto en numerosas personas adultas, incluso en adolescentes. Sin embargo, también es algo que afecta a los hijos más pequeños, aunque no suela llegar a tenerse en cuenta, pensando que, de existir, se pasará con el tiempo. Sin embargo, esta forma de comportarse de forma compulsiva con algo podría afectar a las etapas posteriores de su desarrollo.