El parque nacional de Doñana también ha sucumbido al avance de las especies invasoras, uno de los males que acechan un área protegida donde el principal problema tras medio siglo de vida sigue siendo la falta de agua. La organización World Wide Fund (WWF) describe en su último informe hasta 40 amenazas que se ciernen sobre el parque y el estuario del Guadalquivir, y que incluyen desde el aumento del riesgo de incendios a la inadecuada gestión de residuos plásticos de los invernaderos, pasando por los vertederos y escombreras ilegales, el furtivismo o la contaminación acústica y lumínica.

«Doñana es un símbolo de la conservación y de resistencia: son 50 años luchando por su supervivencia», explicó Teresa Gil, responsable del programa de agua de WWF España durante la presentación del informe. El mayor humedal de Europa, dijo, «vive en un difícil equilibrio ecológico. Si las administraciones no toman las medidas para su protección en serio, su deterioro puede volverse irreversible y más incierto aún el futuro de este Patrimonio Mundial del que son responsables la Junta de Andalucía y el Gobierno central».

La asociación conservacionista considera que «tenemos una responsabilidad de mantener los valores naturales, una labor de vigilancia y estar alerta». De ahí, que haya comprobado los cambios registrados por el parque natural en los últimos tres lustros para analizar qué problemas se han superado y cuáles son las amenazas que no se han sabido gestionar o las nuevas que han surgido. La conclusión, según Juan José Carmona, coordinador de la oficina de WWF en Doñana, es «la frágil situación de un territorio único, donde se gestionan de manera desordenada y diferenciada por cada administración espacios marinos, turísticos, forestales, agrícolas y ganaderos con actividades culturales y recreativas».

La falta de agua, ya sea por el robo del líquido o el uso desmedido para los cultivos de frutos rojos desde los años 80,ha provocado la declaración formal de acuífero sobreexplotado, el nivel de mayor riesgo. La situación es alarmante: en los últimos años, las aportaciones de agua de los arroyos que alimentan las marismas se redujeron hasta un 80%. No es solo que haya más de 1.600 hectáreas de cultivo bajo plástico que están captando agua ilegalmente, es que, además, se están cultivando montes públicos y zonas inundables de los arroyos, sometiendo a mayor presión el entorno natural, reprochan los ecologistas.

La mayoría de los problemas van interrelacionados. La mala gestión de esos plásticos de invernadero genera vertederos ilegales y quemas descontroladas, cuando no acaban en el medio marino. Las quemas de rastrojos o las masas forestales sin correcta gestión, unido a veranos cada vez más secos por causa del cambio climático, incrementan notablemente el riesgo de incendios. Y cerca del corazón de Doñana se encuentra el polo químico de Huelva, con el peligro añadido de emisión de gases, balsas de fosfoyesos o vertidos accidentales de petróleo. La Romería del Rocío suma estrés al parque, con la circulación de vehículos fuera de espacios acondicionados, basura, ruido y perturbaciones para la fauna, maltrato animal, entre otras muchas.

Las especies invasoras son otra fatalidad, especialmente en la última década. Algunas fueron introducidas con fines económicos (cangrejo rojo), deportivos (black bass) o por abandono (tortuga de Florida). Hay incluso animales en cautividad escapados, como la voraz y agresiva cotorra de Kramer. Pero otras han llegado por transporte en el agua de lastre de los buques, como el cangrejo chino. En el cauce del río Guadalquivir se ha llegado a localizar, además, una medusa del Mar Negro. «El cambio climático podría dar lugar a nuevas enfermedades que afecten a la fauna, la flora e incluso a la población local», añade el informe.

La respuesta de WWF pasa por el cierre de las casi 2.000 captaciones ilegales de agua que existen y la ampliación del espacio protegido a la zona mariana, así como una gestión adecuada de plásticos agrícolas, residuos y vertederos. También reclaman la reducción del impacto de los dragados de mantenimiento del río Guadalquivir, la no reapertura de la mina de Aznalcóllar y la exclusión definitiva de Doñana y su entorno como lugar de almacenamiento de gas. H