TLtos adolescentes y los políticos piensan más deprisa que hablan. Bulle en ellos tal ansia de apurar las ocasiones, tal necesidad de autoafirmación, tanta emoción ante el último descubrimiento que cuando quieren relatarlo, no encuentran palabras. "Tío, tío, tío, tío... Te lo tengo que contar, te lo tengo que contar... Lo último de la alcaldesa te lo tengo que contar". Pero no lo cuentan porque quieren decir tanto que se atrancan. Los adolescentes y los políticos viven al límite, siempre en un estado de emoción desmesurada y necesitan narrar su excitación al tiempo que la viven. "Juancho, tú, Juancho, tú... No sabes lo que estoy viendo, es que ni te lo imaginas". A los políticos y a los adolescentes les gustan los teléfonos móviles porque les permiten narrar la vida en directo. "Jo, Juancho, tú, tío... Que ahora mismito la estoy viendo entrar en el Alfonso ".

Me asombra el revuelo que se ha montado en Plasencia porque la concejala de Cultura, Lidia Regidor, haya llamado 228 veces en un mes a su jefe político socialista Juancho Alvarez. ¡Pero si no sale ni a ocho diarias! Eso lo hace mi sobrina con su churri en una hora y además le da un toque cada diez minutos para que él sepa que lo quiere. Me imagino al senador Juancho Alvarez recibiendo toques de Lidia a las menos cuarto. "Eres mi jefe Juancho... Eres mi jefe Juancho... Eres mi jefe Juancho..." Educar a los adolescentes es capacitarlos para construir frases precisas con la mayor rapidez posible. Los políticos ya no tienen remedio. "Juancho, soy yo otra vez. Oye tío, que el Del Mazo me odia que te cagas, te lo puedo jurar".