Un hombre que se quedó sin el hueso de la mandíbula --el maxilar-- debido a un cáncer ha logrado recuperar la masticación gracias a un sorprendente autotrasplante: la mandíbula de reemplazo creció adosada a su costado, debajo de la axila, y cuando el hueso alcanzó el tamaño necesario fue reimplantado en el rostro, según explica el profesor Patrick Warnke, de la Universidad de Kiel (Alemania), en el último número de la revista médica The Lancet . "Cuatro semanas después del trasplante, el paciente pudo disfrutar de su primera cena --pan y salchichas-- en 9 años. Antes de la reconstrucción apenas podía ingerir líquidos y sopas".

El paciente, que ahora tiene 56 años, fue sometido en 1995 a una mandibulectomía parcial por un tumor destructivo. Cuando Warnke y su equipo analizaron el problema, descartaron fabricar el injerto a partir de una porción de hueso extraída de otra parte del cuerpo humano --por ejemplo, de la cadera-- debido a los efectos secundarios que acarrearía. La pérdida de masa ósea era tan grande que tampoco permitía un implante de titanio. Así pues, se propusieron fabricar el maxilar de nuevo.

En primer lugar, gracias a una tomografía computerizada en tres dimensiones y a complejas técnicas de diseño automatizado, obtuvieron una reconstrucción virtual, exacta, del pedazo de maxilar que le faltaba al paciente. Con los datos crearon un molde de titanio que fue llenado de bloques de mineral del hueso, siete miligramos de una proteína del hueso humano (BMP-7, diluida en colágeno bovino) y 20 mililitros de médula ósea del paciente (empleados como células madre precursoras de tejido óseo). El molde de titanio fue implantado en el músculo debajo de la axila derecha, el llamado dorsal ancho, uno de los mayores del cuerpo humano.

Enseguida se aprecieron síntomas de mineralización, crecimiento y moldeado dentro del depósito. Siete semanas después, el nuevo hueso fue extraído y trasplantado para cubrir el defecto de la mandíbula. El paciente ha recupedo la capacidad de masticar y no se han apreciado problemas de rechazo. "Los esperanzadores resultados nos invitan a ampliar los ensayos", dice Warnke en The Lancet .