La aspiración de igualarse, aunque sea por medio de costosos artificios, a los cuerpos considerados imponentes hace tiempo que dejó de ser un asunto exclusivo de mujeres, pero lo sorprendente es que en apenas dos o tres años la demanda masculina de cambios radicales conseguidos con cirugía estética ha superado a las ya prolíficas peticiones femeninas. Hombres jóvenes que se cuidan, hacen deporte, comen bien y disponen de recursos económicos solicitan, de forma creciente, prótesis que les aumenten los músculos pectorales, que conviertan sus glúteos en un culo gracioso y respingón o que transformen los bíceps, tríceps y gemelos de sus brazos y pantorrillas en las formas de un macizo campeón.

La demanda de estos cambios se ha triplicado desde el 2005 en las escasas clínicas especializadas que las practican, según asegura el doctor Jesús Benito Ruiz, cirujano plástico del Instituto USP Dexeus, de Barcelona, uno de los introductores en España del aumento quirúrgico de pectoral masculino.

Quien solicita un par de implantes de silicona para pronunciar de forma aparentemente natural pero llamativa su tórax, siempre depilado, suele ser un hombre de entre 20 y 30 años que acude a diario a la sala de musculación de un gimnasio pero no consigue obtener el pectoral que considera óptimo. No logra el aumento que ha planeado.

Las prótesis, unas grandes tabletas cuadrangulares elaboradas en tres tallas --de 180, 240 o 300 gramos de silicona cada una-- previstas para ajustarse a la constitución de quien las solicite, se insertan entre el músculo pectoral mayor y el pectoral menor, dando forma a un bocadillo de gel de silicona densa, compacta y consistente, mucho más dura que la de un pecho femenino artificial.

Gracias a esa solidez, el receptor puede --"debe", según los cirujanos-- reiniciar los ejercicios periódicos con pesas en el gimnasio, sin riesgo de que su musculatura original tenga dificultad para distenderse a voluntad, sin gestos protésicos.

NO DEJAN CICATRIZ "Los implantes de silicona se introducen aprovechando uno de los pliegues de la axila, a través de una incisión de apenas cuatro centímetros, por lo que no se perciben cicatrices", explicó el cirujano. Dado lo novedoso de esta cirugía, quienes la aplican desconocen cómo evolucionarán esos tórax agrandados. "No existe experiencia de 20 o 30 años, pero suponemos que les ocurrirá como a las mujeres --prosiguió Benito--. Si dentro de un tiempo no les quedan bien, se cambian o se eliminan".

Quienes solicitan esta cirugía son "hombres normales", indica Benito. Empleados de oficios poco bruscos, financieros, economistas o modelos, en muchos casos, describe el cirujano. "El perfil de los pacientes está cambiando --añade--. El deseo de tener un cuerpo bien musculado y modélico forma parte de la dinámica de un tipo de hombre que, en general, se gana bien la vida". Una característica de la cirugía estética solicitada por hombres es la exigencia de que resulte natural.