No se crió rodeado de flamencos, ni ha recibido clases, no es "un superdotado del flamenco", como él mismo dice humildemente, pero Román Hernández Parra lleva más de veinte años luchando por promover el cante y su filosofía por la zona norte de la región. Tanto ha sido su esfuerzo que familiares, amigos, su peña, la Cultural Flamenca Virgen del Puerto, de Plasencia y otras peñas de la zona se han unido para rendirle un homenaje.

El acto tuvo lugar ayer, "uno de los días más bonitos de mi vida", en palabras de Román, que no pudo evitar emocionarse ni echar alguna lágrima porque si algo le sobra a este hombre es corazón. "No hay palabras para expresar lo que me ha hecho sentir este homenaje. Creo que no soy merecedor de tal cosa y es emocionante que te recompensen cuando has hecho las cosas con seriedad, honradez y siendo cumplidor, como yo he sido".

Son los pilares en los que ha basado su profesión de transportista, en la que ha trabajado durante 44 años hasta que en este 2007, con 67 años, se ha jubilado. También su compromiso con el flamenco lo ha mantenido firme desde que, cuando era niño, "me escapaba para escuchar a un señor que araba con un burro y una vaca y se echaba unos cantes que me encantaban".

Las obligaciones de su profesión le impidieron compatibilizarla con el flamenco, pero en el casete de su camión nunca faltaron cintas de Mairena o Caracol, dos de sus cantaores preferidos. Fue en los años 80, cuando llegó a Plasencia después de vivir en Valdeobispo muchos años y de su infancia pasada en su pueblo natal de La Tala, en Salamanca, cuando comenzó, no solo a implicarse más en el flamenco sino también a darle un impulso.

Porque Román Hernández ha sido uno de los artífices de la creación de peñas en el norte de la región y también uno de los que ha hecho posible que no haya competencia entre ellas. "Creo que quizás soy de los que más ha luchado porque las peñas del norte nos lleváramos bien". Su peña, la flamenca Virgen del Puerto se fundó en el 95, cuando existía la de Hervás y él promovió la creación de otras en Navalmoral y Montehermoso, a la que hay que sumar la Peña Flamenca Placentina.

Cada uno organiza sus actividades, pero están unidos por su pasión por el flamenco. "El flamenco es algo que se lleva en los genes. Cuanto más lo escuchas, más te gusta y más vas aprendiendo". Porque Román no se cansa de aprender: "Nunca dejas de aprender y hasta que me vaya de este mundo, seguiré aprendiendo", confiesa.

Desde su peña, ha luchado para que su concurso de cante, Mayorga Ciudad de Plasencia, se haya convertido en uno de los más importantes del país y tiene claro que, en el futuro "si la salud me acompaña, seguiré luchando por esta cultura. Ganas no me van a faltar".