TLto grave no es que en la tele aparezca un paisano homófobo de Alburquerque, no muy cultivado y de extracción rural, y la TVE lo presente como representante genuino del homo extremeñus . Lo verdaderamente grave es que haya televidentes que crean en los estereotipos a estas alturas del siglo XXI. Y peor aún, que los líderes sociales de Extremadura se preocupen porque pueda haber españoles que, al ver el programa Préstame tu vida , entiendan que los extremeños somos como el buen señor de Alburquerque. Yo, más que preocuparme por la imagen que el programa haya podido dar de Extremadura, me inquietaría seriamente por la salud mental de quienes estimen que todos los extremeños somos así de homófobos y recios.

La polémica del gay catalán y el ganadero extremeño que intercambian sus vidas me recuerda a un programa de los primeros 70 en que Fernando Esteso parodiaba a los aragoneses y las autoridades zaragozanas montaron en cólera. O a la ira colectiva albaceteña cuando determinada canción contaba la historia de una vieja y un viejo que iban a Albacete y a mitad del camino se entretenían lúbricamente. O esa jota de Calatayud y la Dolores que tanto solivianta a los bilbilitanos de pro. Dejémonos de complejos y de chorradas. Ni todos los catalanes son gays ni todos los extremeños son machos recios. Y quien tras ver un programa de televisión piense que en Extremadura todos somos como Fran, como Bebe, como Morientes o como el paisano de Alburquerque tiene un grave problema de salud mental.