¿De qué hablamos cuando nos referimos a la huella digital en internet? Se refiere al rastro que dejamos al navegar por los diferentes sitios web, todo lo que publicamos en las redes, lo que compartimos, etcétera. Una huella digital de la que muchas veces no somos conscientes, ni niños, ni adultos.

En España, el 93% de los niños y niñas que tienen entre 10 y 15 años utiliza internet y el porcentaje sube al 98,5% entre los jóvenes de 16 y 24 años, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). El acceso a internet, sin duda, puede ayudar a los niños y niñas a desarrollar su potencial con un sinfín de posibilidades de aprendizaje, pero también comporta riesgos relacionados con el ciberacoso, la suplantación de identidad o las adicciones, entre otros.

El Comisionado de la Infancia de Inglaterra analizó en el estudio '¿Quién sabe qué sobre mí?' la huella digital que dejan los niños y niñas en internet. De promedio un niño tiene unas 1.300 fotos y vídeos publicados por los padres en las redes sociales antes de que cumplan los 13 años. Cuando son ellos los que ya están en las redes, el estudio señala que publicaran de media casi 70.000 veces entre los 11 y los 18 años.

Como comentan Mar, Irene y Santi lo que se publica ahora puede afectarles en el futuro, tanto en su vida personal como profesional. Por lo tanto, es necesario cuidar la reputación digital de cada uno y evitar riesgos como el robo de identidad si damos demasiada información, o que utilicen nuestras fotos para fines publicitarios, entre otros. Aunque hay casos que son los propios padres los que utilizan las imágenes de sus hijos para vender productos, lo que supone una instrumentalización de los menores. Los niños y niñas son sujetos de derechos y tenemos una responsabilidad con la educación que les ofrecemos. Es clave que el buen uso de internet pase por un marco de instrucciones protectoras de la imagen y de la identidad física y psicológica.

Sin control, los niños pueden sufrir trastornos de todo tipo y adicciones al juego y a las compras

La socialización de la infancia no puede ni debe canalizarse únicamente por el medio del ciberespacio. Este nuevo medio físico, psicológico y relacional, nos conduce a nuevas formas de comunicarnos que, sin control, derivan en problemas muy serios como trastornos ansioso-depresivos, trastornos del déficit de atención, trastornos del sueño, llegando a los trastornos del manejo de impulsos y adicciones como el 'gambling' (apuestas online), oniomanía (compra compulsiva) o cibersexo.

Es indiscutible que las niñas, niños y adolescentes de hoy día son nativos digitales y que ya no conciben el mundo sin internet. Por eso, desde Save the Children creen que es esencial proteger y educarles en el uso de internet, así como dar herramientas de prevención que favorezcan el control del uso de las nuevas tecnologías. Entre ellas está detenerse y pensar antes de compartir información personal, revisar minuciosamente los términos y condiciones para saber cuáles son los datos que recopilan las diferentes redes sociales y sitios web y, sobre todo, hablar con un adulto de confianza si hay algo en la red que nos preocupa.