No son tanto los vientos sino el agua la que causó ayer los primeros estragos en la costa este de EEUU. El huracán Irene tocó tierra en Carolina del Norte a primera hora de la mañana, dejando pueblos como Atlantic Beach inundados, mientras la marea mordía muelles y viviendas en primera línea de playa. Los vientos del ciclón siguen perdiendo intensidad en su avance hacia el noreste, aunque las autoridades insisten en el peligro de un fenómeno que ha obligado a evacuar a más de dos millones de personas en varios estados. El transporte está prácticamente paralizado y los apagones secundan los pasos del huracán.

Al tocar tierra en los turísticos Outter Banks, varios islotes de Carolina del Norte, la intensidad del Irene se había reducido a categoría 1, con unos vientos máximos sostenidos de 130 kilómetros por hora. Sus batidas dejaron árboles y carteles publicitarios arrancados, mientras las lluvias tropicales convertían algunas calles en peligrosos torrentes. La primera víctima se produjo en el interior de Carolina del Norte. Una pesada rama le cayó encima a un hombre cuando caminaba cerca de su casa. De confirmarse, sería el tercer muerto en EEUU, después de haber dejado otros seis en el Caribe.

La directora de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, advirtió a la ciudadanía de que se olvide de los números y se atenga a las recomendaciones. "Quiero pedirle a la gente que no preste mucha atención a la categoría 1, 2 o 3- si estás en un huracán es una cosa muy seria". Sus palabras se antojan pertinentes porque algunos han preferido quedarse en casa ignorando las órdenes de evacuación que ayer afectaban ya a 2,3 millones de personas, incluidas más de 300.000 en Nueva York. EEUU tiene un currículo muy mejorable cuando se trata de responder a catástrofes o inclemencias naturales, sea el Katrina o las nieves que paralizaron Nueva York y Washington en diciembre. Las autoridades han puesto esta vez en alerta a 100.000 tropas de la Guardia Nacional y 40 helicópteros militares, y han dotado a los equipos de rescate toneladas de agua, comida y generadores.

La cornisa atlántica está poco acostumbrada a fenómenos como el Irene que, según el presidente Obama, "podría tener dimensiones históricas". En Washington, donde se esperaba que la tormenta llegara de madrugada, se acabaron en solo unas horas los sacos terreros distribuidos entre la población.

En los ocho estados donde se ha declarado el estado de emergencia (Delaware, Maryland, Carolina del Norte, Pennsylvania, Nueva Inglaterra, Nueva Jersey, Nueva York y Virginia) muchos hicieron acopio de provisiones: comida, agua, velas y linternas.

ALGUNAS CIFRAS 8.300 vuelos han sido cancelados en toda la costa Este. Los cinco aeropuertos del área de Nueva York, están cerrados. 2,5 millones de personas han recibido órdenes de evacuación en varios estados. 370.000 neoyorquinos han recibido la orden de abandonar sus hogares. 500.000 personas de Carolina del Norte y Virginia se quedaron sin electricidad, y 7.000 pacientes de hospitales afectados de Nueva York han sido trasladados a otros centros sanitarios.