Las autoridades cubanas trabajaban ayer para evaluar los daños ocasionados por el huracán Gustav que barrió el pasado sábado parte de la costa oeste de Cuba, en concreto la provincia de Pinar del Río y la isla de la Juventud. A su paso por la isla caribeña, los vientos del ciclón alcanzaron los 200 kilómetros por hora y algunas ráfagas llegaron incluso a 340 kilómetros por hora, algo sin precedentes, según recordaban ayer los más viejos del lugar.

Gracias a las medidas de prevención y protección de la población desplegadas por el Gobierno cubano, el Gustav , que alcanzó la categoría de fuerza 4 (sobre una escala de 5), no causó ninguna víctima mortal en la isla, tan solo un centenar de heridos, muchos leves. A su paso por la República Dominicana, Haití y Jamaica, el ciclón acabó con la vida de 86 personas. El día antes de la llegada de la tormenta, las autoridades de La Habana evacuaron de sus casas a un total de 250.000 personas y las trasladaron a lugares más seguros.

En todo caso, el paisaje ayer en las zonas afectadas por el ciclón, que llegó a penetrar hasta siete kilómetros tierra adentro, era desolador. Casas destruidas, calles bloqueadas por la caída de árboles, torres de tendido eléctrico por los suelos y campos arrasados. La televisión cubana mostró imágenes de olas gigantes que llevaban en volandas grandes barcazas.